lunes, 23 de noviembre de 2009

Estorbo y el Madura Criatura para descarga


Al fin nos dimos tiempo para subir el Madura, Criatura para descarga gratuita. El disco en formato de cd ( obviamente con mucha mejor calidad de audio y una bonita calca de regalo) lo estamos vendiendo por la módica cantidad de 40 pesitos.
Sobra decir que al adquirir el disco, el hipotético escucha esta apoyando enormemente al Estorbo, ya que, como de todos es bien sabido, es una banda de rock jodida y afectada por las politicas neoliberales que los politicos de quinta le aplican a este tercermundista país.
Para contactarnos, lo pueden hacer por medio de este blog chamagoso o bien, pueden escribir a estorbogarage@gmail.com o a laroso28@hotmail.com .

Cualquier tipo de difusion es bien recibido; lo que queremos es que el disco llegue a la mayor gente posible.

y sobre el conjunto musical Estorbo, pues sigue en la hueva ( que raro); no pudimos ir a tocar a Piedras Negras en Jalogüin por falta de carro en que movernos ( por cierto, una disculpa y un abrazo para los Zulú, bandototota hermana que toca bien cabrón), aunque estamos puestos para tocar en quinceañeras, bodas, posadas, pre-posadas, pedas, desfiles, cumpleaños, bautizos o lo que sea; el chiste es ver si de alguna manera se puede juntar algo de varo y finiquitar nuestra deuda con los estudios "De Chiquito a grande".

Ya saben, ustedes nomas invítenos y nosotros les ayudamos a acabarse la cerveza.
sobres.

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sábado, 7 de noviembre de 2009

Agua


H
acia tiempo se había convencido a sí mismo de su vulnerabilidad al agua. Comenzó a sentirla como pequeños  e incómodos cristales que se le clavaban  en el cuerpo al ducharse. Poco a poco el dolor se fue haciendo más intenso, así que dejo de hacerlo. No tardo mucho en  sentir que al pasar los pequeños tragos  por su garganta, ésta se rasgaba como si cuchillas transparentes le hicieran dolorosos cortes. Se encerró en su oscura habitación. Los dientes comenzaron a  ponérsele amarillos por el refresco de cola (única bebida que podía soportar tragar con un poco menos de dolor) y  su rostro  se mostraba plomizo.

A veces conseguía ponerse en pie y observaba a los niños jugar desde su ventana. Con el tiempo dejaron de llamar de su trabajo. Seguramente lo despidieron.

Se paseaba  lentamente por  la sala, dando sorbos de refresco y cuando mordía una manzana y escurría algo de jugo por sus comisuras, se asustaba de solo imaginar que  ese líquido dulce fuera agua.

Comía cosas resecas,  y su saliva cada vez más pastosa le dificultaba tragar el bocado.

Salía una vez a la semana,  siempre de noche a comprar víveres; no sin antes revisar  meticulosamente el pronóstico del tiempo. Envuelto en ropa impermeable que ajustaba con cinta en las mangas, con guantes, gafas protectoras y con pesadas botas de hule. Sus vecinos no tardaron en tildarlo de loco.

Veía con insólito  temor los nubarrones que se formaban por las tardes, y  aun cuando estaba temblando dentro de su cama, el solo escuchar el repiqueteo de las gotas cayendo sobre el asfalto, lo desquiciaba, haciéndolo sollozar presa de un pánico desmedido.

A veces, por las mañanas, la sed lo acorralaba y entonces el dulzón sabor del refresco sólo le provocaba asco. Era entonces cuando el suicidio atravesaba su mente, como  una idea liberadora. Poco a poco recobraba  algo de tranquilidad y entonces se quedaba dormido la mayor parte del día, evitando  cualquier esfuerzo que lo hiciera  sudar y por consiguiente sentir como si afiladas agujas brotaran de su piel, para después, como si de microscópicos  pedazos de filoso vidrio se tratara,  se juntaran en gotas hirientes que escurrían  por su cuerpo.

Su estomago se fue hinchando y defecar se convirtió en un verdadero suplicio.

Con el tiempo, su escasa saliva comenzó a lastimarle. Tomaba pastillas para dormir y de esa manera  permanecer inconsciente la mayor parte del tiempo.

Al final, fue una circunstancia tan fortuita como inesperada lo que provoco su muerte; La última noche que permaneció con vida, una fuerte tormenta provoco un apagón  masivo en la ciudad. Asustado y sin fuerza, se cubrió con sus sabanas mientras lloraba y suplicaba que el agua no se colara por debajo de su puerta. Poco a poco el sueño y el cansancio lo fueron venciendo, hasta que no supo más de sí.

Cuando despertó,  su cuerpo húmedo de sudor le dolía  como si alguien le hubiera dado una paliza.  Imaginó un millón de llagas en su cuerpo y los pliegues de su piel  alojando diminutos vidrios molidos, navajas perforando  lentamente sus órganos, imaginó cortes como los que se hacen con el filo de una hoja de papel, y espinas filosas de cristal  en su nuca y sienes.

Con todo este dolor, y la sed (la eterna sed) desesperante, lacerante, omnipresente  desde hace algunos días, se levanto de su cama para tomar un vaso de coca-cola y... olvido ponerse sus sandalias.

Su casa, sin electricidad desde hace horas, se sentía extrañamente quieta.  No  estaba el ruido habitual de televisor, tampoco el parpadeo rojo del reloj, la sala permanecía en una extraña penumbra. Se dirigió hacia la cocina y cuando dio un paso hacia el refrigerador, una ola de dolor se expandió desde sus pies descalzos, recorriéndole la medula hasta llegar a su cabeza: Fría agua encharcada mojaba las plantas de sus pies y podía sentir como se desgarraban los nervios. Paralizado momentáneamente por el horror y el asombro, lanzo un aullido indescriptible que resonó en toda la casa; dos (interminables) segundos después  estaba saltando hacia atrás, al tiempo que se le dibujaba en el rostro un rictus de dolor. Su pie derecho, húmedo y dolorido piso el suelo  y derrapo, haciéndolo perder el equilibrio.  Fue un instante  el que permaneció suspendido en el aire; apenas un instante en el que sus ojos se abrieron  como queriendo salirse de sus cuencas. Apenas un instante y su cabeza chocó contra el suelo, haciendo un sonido  sordo de golpe, como una calabaza haciendo pedazos.

Su cuerpo permaneció inmóvil y sin vida tendido  en el piso; Mientras su piel agrietada y reseca como el terreno de un desierto, absorbía el charco de agua fría que el refrigerador descongelándose iba dejando.

Disidente

El rock en México es un asunto escabroso por muy variados motivos; las bandas de rock mexicano independiente se topan de frente con una escasa difusión, medios de comunicación payoleros, la escasez de lugares en donde tocar, los empresarios y su reticencia en invertir en un genero que consideran obsoleto, la piratería que, aunque es muy cierto que ayuda a que la música se difunda, al mismo tiempo también priva a los grupos noveles de una entrada de dinero, en fin; hay  un largo listado de factores adversos que impiden que los grupos de rock mexicano permanezcan en activo.

Por eso, cuando se escucha  a un grupo mexicano de ROCK (así, con mayúsculas) con canciones sólidas, con potencia y con actitud, no queda mas que aplaudirlos, celebrarlos y  esperar que aparezcan mas grupos así. Estoy hablando de Disidente.

Formados en el 2001 en Guadalajara Jalisco (de acuerdo con santa Wikipedia), Disidente retoma el rock duro y el grunge como estandartes de batalla. Armados con canciones con gancho, riffs potentes y un marcado sentido de la melodía, esta banda me atrapo desde  que escuche su primer disco (¿demo?) “…Y si tuviera disquera?”; el cual a pesar de evidenciar una austera producción, ya da muestras del enorme potencial de la banda.

Poco a poco y gracias al Internet y  a los seguidores que los recomendaban de boca en boca y que cada vez eran mas, Disidente logra obtener en un tiempo relativamente corto  cierto reconocimiento, sin ningún tipo de campaña publicitaria o bombardeo mediático. Abriéndose paso  a base de  telonear para bandas grandes  ya establecidas y reconocidas nacionales e internacionales, logran  entrar a festivales masivos de música (Corona Music Fest, Vive Latino) y más gente comienza a prestarles atención.

Hoy,  ya con un LP bajo el brazo titulado  “Judas” y cuyo sonido muestra un gran avance no solo en aspectos de calidad de audio, sino también una madurez en lo referente a las letras y la estructura de las canciones,  y con EP un recién  nacido llamado “Lobo” , que continua con la línea del Judas aunque dándole quizás mayor importancia a los elementos acústicos y a las melodías,   me da la impresión de que Disidente se perfila como una gran banda de ROCK, lista para dar el  gran salto a las grandes ligas y de paso refrescar la escena rockeril mexicana tan llena de seudo vanguardistas  y  mal pop disfrazado de rock.

Con  la facilidad para armar himnos sudorosos llenos de rock ("Igual que tu", “Gasolina”, “Basura pop”, “Como fue”, “Soy feliz, “Polivinil”) y  canciones introspectivas con un dejo melancólico ( "Hasta siempre",  "Final", "Campeon", o la  exquisitamente ilustrativa "El rock ha muerto"), Disidente me devuelve el entusiasmo perdido por el rock  hecho en mi país.

Espero que mi economía me permita  escucharlos en vivo este próximo 29 de Noviembre en el Ibex, bar metalero de Monterrey; mientras tanto, ojalá que Disidente continue haciendo rock, así, a secas.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Arturo Meza en la Tumba

Es 31 de octubre y  por el Barrio antiguo se pasean zombies, sensuales mujeres policías, vampiresas, colegialas y enfermeras ensangrentadas, todas mostrando escotes pronunciados y calzando enormes tacones que hacen inevitable para el hombre común (entiéndase heterosexual) voltear a observar sus regias piernas. Pero  no, no me ocupare en este momento de detallar la belleza de las jóvenes regiomontanas; la razón por la que estábamos mi primo Omar y yo esa noche de Jalogüin en Monterrey, tiene cuatro letras: MEZA.

 Hicimos el viaje en autobús y con la incertidumbre de no saber donde pasaríamos la madrugada, llegamos a Barrio Antiguo; afortunadamente  Rodrigo, antiguo  amigo desde los años en que Fabián vivía en los departamentos de Constitución, continuaba viviendo ahí. Cuando nos abrió la puerta, respire aliviado, al menos no tendríamos que dormir en la central.
Inmediatamente después  Omar y yo nos lanzamos a comprar un cartón  de indio al Seven más cercano.
Cuando llegamos a La tumba, el bar donde Arturo Meza estaría tocando, el viento ya era frió. Nos adentramos en el local y vimos que estaba casi en penumbras y con velitas dispuestas en cada mesa;   al fondo estaba el escenario iluminado apenas con una luz opaca y mortecina. Mientras el sonido intercalaba canciones de Caifanes y Héroes del Silencio (¿?), pedimos un par de cervezas. Decepción. Indio de ½ a 30 pesos, sencillamente una bofetada para mi economía.
No nos resto más que marear nuestras cervezas y confiar en que Meza nos embriagaría no con alcohol; sino con música, hermosa y excepcional música. Y no nos equivocamos.

Un abrigo rojo coronado  con una maraña de cabellos grises subió al escenario, ahora completamente iluminado, entre gritos y aplausos; no sin antes saludar de mano a los ocupantes de las  mesas
más próximas al escenario. Con una sonrisa, afable, Arturo Meza conecto su Stratocaster negra y probo un pedal de efectos.
-¿Llego el acordeonista?- Fue su pregunta  hacia un invisible organizador en el fondo. No hubo respuesta audible, pero entendimos que el músico invitado  en cuestión no se presentaría.
Apenas iniciaron los primeros rasgueos y  fue como si un imán nos atrajera hacia la figura delgada que dejaba fluir versos por el micrófono. Una ecualización perfecta para el sonido minimalista de Arturo y su guitarra y la cercanía al pequeño escenario, me daba la sensación de estar en un recital casi privado. De pronto una luz blanca apunto a su figura, y entonces caí en la cuenta de un detalle que no había notado: Meza se veía un poco mas avejentado que la vez anterior que lo vi en vivo. De cualquier forma su energía seguía intacta y  con muy pocas pausas entre canción y canción, nos llevaba a los escuchas por caminos sonoros que saltaban de una nostalgia que calaba en los huesos a rocanroles aguerridos.

La raza pedía temas a gritos y  Meza  complacía. Cuando toco  “Flor del canto de primavera”  salio de la nada un acompañamiento de cuerdas; era su pedal.

Desde que comencé a escucharlo, siempre me ha sorprendido la fuerza y el magnetismo que emana de la música de Meza; Cada palabra tiene un peso  y una contundencia que traspasa los sentidos. No hay vacuidad o relleno en sus canciones y cada historia, cada idea, tiene la capacidad de evocar en mi fotografías mentales, colores e imágenes vividas.

Sin ninguna lista u orden, las canciones iban brotando  de las sugerencias del publico y de la memoria de Meza.  Disfrute enormemente “Don Guiñapo”, una de las canciones mas desoladoras y tiernas del repertorio de Meza; y coreé a  grito abierto “Desolación” que es  un himno acelerado y que en esta ocasión Meza casi lo  hizo sonar como punk.

Cuando llego el turno para  “La cena del chacal”,  se subió al escenario  un personaje enfundado en camiseta de Tigres y evidentemente ebrio comenzó a improvisar rimas. No era un acto nuevo; en la ultima visita de Meza a tierras Monterrellenas  hizo lo mismo y aunque el camarada tiene un “flow“  dicharachero y característico y a leguas se ve que es banda y tiene toda la confianza del Meza, la neta hubiera preferido escuchar la rola intacta, tal como es,  por la poesía apocalíptica y mal viajada de la misma; pero supongo que es cuestión de gustos.

Hubo también canciones muy buenas  que ni mi primo, fiel seguidor de Meza desde sus inicios, supo cuales eran. El mismo Meza se ocupo de aclarar que eran canciones muy viejitas; supongo que sin grabar.

Las canciones se sucedían y  las excesivamente caras tinitas de cerveza fluían. Meza toco “Polito” una canción cruda que provoca en el escucha dolor, amargura y rabia, y “Madre” que es un poema musicalizado y si tuviera que describirlo con un solo adjetivo, ese seria sublime. “Si tuviera  un corazón” me erizo la piel como la primera vez que la escuche y  “Mesa con trece sillitas” fue interrumpida por el personaje rimador (ahora mas ebrio), esta vez  de manera totalmente desafortunada; tanto fue así que Meza prefirió dejar la canción inconclusa.

Desfilaron también por la guitarra y la garganta del  Meza  “Huracán”, “El trato”, “tierra de Hipócritas”, “El Juglar se ha marchado del reino”, “La palabra Azul”, “Un poco de música fresca” entre  muchas canciones mas y fue bastante disfrutable el cover de "stand by me" que nos receto.

Cuando nos alcanzaron las 2:30 de la madrugada, después de 4 horas y media de canto sin tegua, Meza dio por terminada la velada. Todos estábamos satisfechos y el, cansado, se recostó en un banquito que había sobre el escenario (cabe apuntar que todo el concierto canto de pie).
Cuando se levanto, con una sonrisa en los labios, observo como  mucha gente estaba en el borde del escenario, esperando saludarlo.
Omar y yo esperamos pacientemente hasta que el grupo de gente se fue diluyendo y al final me acerque  con un ejemplar recién comprado de el libro  “El circulo de fuego negro”  escrito por Arturo Meza.
De manera  muy amable  me lo dedicó y yo no pude evitar decirle, cual  adolescente fanático y nervioso, lo mucho que su música me había influido.
A pesar de que traía mi cámara lista, al final no quise incomodarlo pidiéndole “la foto del recuerdo”. Por alguna razón, en un pequeñísimo instante se me ocurrió que Meza esta más allá  de cualquier afiche o “recuerdito” y que su música es tan valiosa para mí, que no necesito más que eso: solo su música, sus ideas y sus argumentos. Aunque  si no voy a faltar a la verdad, no negare que después me arrepentí un poco.
Mi primo y yo regresamos al departamento de Rodrigo con un muy buen sabor de boca. Barrio antiguo era todavía  un hervidero de monstruos  y brujas sexosas,  y  todavía nos quedo espacio para  una plática pausada  al calor de unas cuantas indios previamente  refrigeradas.

 ¿Qué podría decir de Arturo Meza después de  verlo 4 veces en vivo  y de tratar de escuchar y asimilar la mayoría de su obra musical y comenzar a  empaparme de su obra literaria? Puedo decir que no me cabe la menor  duda que Arturo Meza es  uno de los pocos músicos (rockeros, si se quiere ver así) congruentes con sus ideas que le quedan a México. Puedo decir que Meza escapa a cualquier clasificación o etiqueta; puedo decir que su música es rica, poderosa, que sus letras  son como rayos eléctricos que recorren el cuerpo y al mismo tiempo luz limpia y clara;  Puedo decir que Meza se ha ganado a pulso el titulo de Juglar moderno y lo merece; que Meza es agua fresca en un desierto de modas vacuas y poses falsas; que su hablar pausado es sincero; que sus palabras, sus visiones, sus sueños, sus miedos convertidos en canciones,  se reflejan en mi, en muchos, como en un espejo, como si fueran los propios.



                         ¿Que puedo decir? Solo una cosa: Salve, Arturo Meza.