miércoles, 22 de diciembre de 2010

El mejor recuerdo...


No hay mucho que decir Beto.
Se te va a extrañar y ya nos veremos luego.

Si, eso

Hace dos semanas.
Estoy cojeando. No, cogiendo no. COJEANDO. Apoyo mi pie izquierdo sobre el suelo y la punzada ( ¿Es dolor?) surge del muslo hacia la parte interna de la cadera. Como, un viejo, ahora mi andar es pausado, con un miedo casi secreto a caer.
Me levanto de la cama y mi pie izquierdo me recuerda que estoy vivo, jodido de una pierna y que un día de  labores me espera irremediablemente. “Estoy vivo”, pienso. Otra vez.

 El Martes.
Una gripe desparrama mocos color  verde gargajo por mi nariz. Estornudo y saliva sale disparada hacia todos lados dejando una brisa olorosa a baba mañanera sobre mi chaquetin. Un pequeño ardor en la garganta y listo: Casi no puedo hablar. Un peso  en la cabeza me hace entrecerrar los ojos mientras conduzco. Hurgo en mi nariz y un fluido calido y pegajoso recibe a mi dedo índice. Soplo y por una fosa nasal no sale aire. Abro la boca y jalo una bocanada de aire frío. “Estoy vivo”, pienso. 

 

Hace seis días.
Ha sido un mes de mierda, de materiales faltantes,  de problemas estúpidos, estrés en dosis peligrosas. Aun hay quienes se emocionan por que viene Navidad. Podría perder mi trabajo, pero no se cual seria mi reacción, realmente. Entonces empezaron a brotar, grano tas grano. En mi sien, en mi frente, en la comisura de los labios.  Granos llenos de una cosita blanca y grasosa que brota al exprimirlos y que después dejan escapar gotitas de sangre, mientras  el grano se hincha, rojizo, notorio. Volví  a la secundaria, con todo y maestra regañona, con todo y el sentimiento de inferioridad y la sensación de ser el pelmazo mas pendejo de la clase, el burro que se aplica  pero nomás no entiende. Exprimo mis granos con las uñas sucias y veo en el espejo el campo de batalla que es mi frente. Sin embargo, pienso que lo peor esta debajo de esta piel marcada.
“Esto es vivir”, me afirmo a mi mismo intentando convencerme.

 Anteayer.
Me sueno la nariz con una servilleta rugosa. Arde. Me levanto de la silla y un ligero tambaleo me hace que me sostenga de la mampara. Despacio, llego al baño. Mi estomago parecería que va a explotar y entonces considero seriamente en sentarme  y dejar que salga lo que tenga que salir, aun y cuando viole mi  regla de oro de no cagar en baños públicos.
Colitis. Gastritis. Lo que sea. Llevo casi dos años y medio  con el estomagó hecho un desmadre. Permanezco mirando fijamente el retrete  y siento que un pedo esta por salir y me preparo para soltarlo y entonces pienso  que tal vez podría salir con ese liquido amarillento que ni es excremento ni es agua, e imagino la incomodidad por el resto de la tarde al sentir la truza humedecida por dicha sustancia y entonces lo contengo. Regreso a mi lugar con la panza igual de inflada e imploro que el tiempo corra rápido.

 Hoy.
Cuando sea viejo, si eso pasa, seré de los  ancianos  gordos que maldicen y les dan tundas a los nietos.

 Ayer.
En el comedor, con mi platillo de taquitos grasosos, veo en la television el concurso de baile de quebradita de un programa de Televisa y me sorprendo por que, ¡ya lo disfruto! Suelto una risilla que termina en un ataque de tos,  justo cuando el bailarín hace volar  a su pareja regordeta por los aires. Diversión pura.