jueves, 7 de octubre de 2010

Armando Palomas En Saltillo


La cerveza se asentaba en mi cabeza, volviendo las ideas pantanosas, pero ensoñadoramente lúcidas. Negra Modelo, que buena estas, decía Lora y yo con mis once años, hasta imaginaba el pelo afro coronando un cuerpo escultural de una morenaza que cadenciosamente bailaba a ritmo de blues.
Ahora, esa Negra Modelo se resbalaba por mi garganta mientras el viento fresco de Saltillo remolineaba el humo de la carne asada y el Güero, Omar y yo cotorreábamos de lo más a gusto.

Entre apócrifas canciones norteñas y rancheras (de las más caras), apareció una voz grave entonando una melodía melancólica. ¡Ah, si!, esa noche veríamos a Armando Palomas; casi lo olvidaba. Palomas el de la lengua encuerada, sin tapujos; Palomas, el poeta de cantina eternamente enamorado de la mujer y el vicio (que si no son lo mismo, como se parecen); Palomas, el resucitado que ya casi andaba bailando las calmadas con Doña Catrina, justamente por estas tierras Coahuiltecas.

Las negritas -edición limitada del bicentenario, off course- yacían a nuestros pies, huecas, ya sin su espumosa esencia. El sol dijo “ahí nos vidrios” y el airecito se puso todavía más frío. Era hora de lanzarse a ver al Armando Palomas, el trovador punk. Aunque te cague el mote (que no la mota), mi buen Palomas.

 

¡Tu y la borracha Noche!

Llegamos al Moose, el bar donde sería el recital. Ahí nos esperaba ya el Tomexo, otro entrañable primo al cual tenía un buen de años sin ver. Nos acomodamos en una mesa, más cerca de la barra que del diminuto escenario donde instantes más tarde se deberían de acomodar Palomas y sus secuaces.

Para no resecar la garganta, salió al quite una tinita llena de cervezas indio. Negras e indios mezclándose en mis venas; ¡Que embriaguez tan zamba!



El bar comenzaba a llenarse y de Palomas ni sus luces; hasta que de pronto entro un  greñudo y barbudo  en camiseta de resaque, era el guitarro del Palomas. Minutos después Armando, un percusionista y un bajista se acomodaban en el escenariecito.

¿Con cual empezó? No se, creo que pudo ser con aquella rolita que pinta para convertirse en himno “Cuando será Sábado otra vez”. Aplausos, gritos. El sonido se escucha chidito y Palomas se ve sereno. O crudo.


Se siguió con varias rolas de su disco De regreso al Burdel de la Soledad; “Perdón por la extraña manera de despertarte” fue la que mas  se me quedo grabada en mi alcoholizada choya.

Tomo fotos con mi pulso maraquero, y llega una segunda tina de indios. Voy al baño. Regreso. Inditos bien muertos y el Palomas cante y cante; ahhhh no, ya se con cual empezó: “El amor descansa ( en un jakuzzi)”, si fue con esa, por que  el guitarro greñudon le ponía mucho énfasis.

Toco “Cholo Story” y le hice coros con mi vocecilla aguardentosa durante toda la canción, por que, además de que es de las pocas rolas que  me se completas, esta con madres. Se acaba  y aúllo. Armando Palomas le da sendos tragos a una botella de Tequila ¿Tradicional? Nada de  rayas de coca, no pastillitas locohonas, no yerba verde apestosona, nada; solo tragotes de Tequila.

 “Volar como los pájaros”, “flaca don´t go Home” que es como  “johnny be good”, y  “Gatos, perros y este asqueroso blues” que es una chingonada de rola. Tan cabronamente sacudió mi alma que poco falto para que  una pinche lagrima resbalara por  mi cachetona mejilla. 

¡Tu y la borracha noche!- Gritaban mis primos, y Palomas chacoteaba con “Que se muera el rock  y también el  pop”, ¡Ay reptileptic…!  Jajaja, casi me desatornillaba de la risa.

Material de antaño: “Una cuarta mas abajo del ombligo”, “Santa de un infonavit” (¿si la toco?), “Manual para conquistar a Claudia”.

¡Tu y la borracha noche!- Gritaban mis primos, y Palomas le daba largos tragos a la Botella (la segunda) de Tequila. Se rifa con  “Juan Simón” en versión discotequera a la Travolta (me gusta mas en Punk HC) y “La trova  me da hueva”,  un certero puñetazo repleto de mala leche para todos aquellos que gustan de esa mamarrachada autodenominada  Trova nueva.

“Amanece diario y Ya la extraño”, “Canción del mutilado” (tremendo himno de mis años mozos) y hasta  covereó a los Fabulosos Cadillacs tocando “vasos vacíos”, sobra decir que el auditorio se puso como loco.


No se que mas toco, yo lo escuchaba y a ratitos no; a veces me escuchaba yo mismo en mi cabeza pensando sepa la madre que cosas. Más fotos temblorinas y un mesero me dijo que no obstruyera la vista.

Emotiva la dedicatoria que hizo de una canción (ya no supe cual) al cineasta Sergio García (el que hizo aquella bizarra película “Un toke de rock”), recién fallecido. Al parecer  García (q.p.d.) estaba realizando un documental sobre Palomas. Habrá que conseguirlo.

¡Tu y la borracha noche!- Gritaban mis primos  y los músicos de Palomas tocaron sus rolitas. El guitarro rifa.
Palomas se despide con un cover de Sabina (Joaquín, no Santa) y se va; supongo que a seguir la fiesta; nosotros a dormir.

 

!Ah Chingá!, ¿pus que paso?
A la mañana siguiente, un poco crudo pero bien almorzado, cavilaba: ¿Qué es Palomas? Una mutación extraña derivada de trovador con duras escamas rockeras, garganta Jose Alfredoriana  aguardentosa y desplantes urbano-cumbiancheros? Aun y cuando ya se logra apreciar en la música de Palomas una madurez que lo emparenta mas con Joaquín Sabina que con Rockdrigo, mas con la amargura de un José Alfredo Jiménez que con la desfachatez de Jaime López, Palomas sigue teniendo una mezcla extraña de mexicanidad (¿existe tal palabreja?), bohemia mal pedo y rebane esquinero y caguamero.

¿Entons qué es Palomas? Puro cabrón, diría mi abuela.