miércoles, 25 de junio de 2014

Demon Host



Triste y borracho

Sé que solo escribo cuanto estoy triste o borracho. Aun así, una parte de mi –no sé si el cacho menos podrido y enfermizo que me queda o el lado marranote que crece como hongo en pared de baño en central camionera- insiste en que siga haciéndolo de manera pública en este blog. Bueno, eso de “manera pública” es solo un decir, ya que al parecer solo yo leo estas líneas cada vez más incoherentes. ¿Auto terapia o auto tortura? No lo sé. Y de todas formas no sirve de mucho; en realidad mi actitud derrotista es la misma, la sensación de que la vida me mea en la cara no se quita y la racha de mala suerte que me cargo desde hace tres años se acrecienta al grado de orillarme a creer en la brujería (¿será? ¡Ay mamacita!).
Alineación de chacras, anfetaminas, el eterno alcohol, una bicicleta con la llanta ponchada, una caminadora-toallero, un gimnasio en una planta alta al que solo  fui una vez, nada sirve.
Las bolsas de basura se acumulan y se humedecen, se hacen pesadas con la lluvia.
Es tan difícil encontrar un vaso limpio en esta casa.
Estoy sudoroso, pegajoso y huelo a trasero.
Todo es como un mal sueño, pero es tan real, que si no consigo trabajo  rápido, tendré que pensar seriamente en abandonar esta casa y este pueblo de mierda.
¿Y cómo lograrlo si estoy completamente indiferente, viendo el mundial, sin poderme levantar  mañana, tarde y noche?
¿Cómo  me sacudo esta modorra del infierno?
Me vale madre México, el Piojo y Martonolli. Hay tan pocas cosas que me importan.
Detesto mi olor. Y mi cara en el espejo. No es como la recuerdo.
Y el varo, el eterno problema. Ni pa una caguama roñosa, pa calmar la calor.
Como un niño cagado y meado, media hora antes de salir al recreo, porque la maestra no le dio permiso de ir al baño.
Como cuando te quitan el lonche o los 5  varos que te daba tu jefa pa gastar.
Como la carretera oscura la noche que murió mi tío Ariel.
Calmao vato, cámara.

Calmao nada cabrón...