Siempre
he pensado que el rock que se hace en provincia, lejos de las ciudades grandes,
tiene un grado de inocencia implícito que los grupos de las grandes urbes(
escribí urbes, no ubres jeje) rara vez logran.
Hablo
de la espontaneidad que muchas veces se pierde
en el afán de lograr un sonido
estilizado y con técnica propio de las bandas de metrópolis y también de
que el rockero provinciano, al no
tener tan a la mano el acceso a música,
información y movimientos culturales, habituales en las ciudades capitales,
logra una visión más virgen del rock, aunque sin duda esto es cada vez menos
común gracias al internet.
No
sé si me estoy explicando, pero recuerdo
que en mis primeros años de curiosidad rockera, aun sin acceso a
internet en mi pueblo globero, sucedía que leía en una revista una entrevista hecha
a kurt Cobain donde mencionaba lo mucho que le gustaba la música de Black Flag
y Millions of Dead Cops y no me quedaba otra que solo imaginar a que sonaban
dichas bandas; y pasaban meses o años en el peor de los casos(nada raro en
aquellos años si se pertenecía a la clase media baja), para poder conseguir una
cinta mal grabada con portada
fotocopiada y salir de dudas.
Pero
me estoy desviando del tema: Hoy, gracias al internet, las generaciones
actuales ya no tienen que esperar meses
para saber cómo suena una banda,
lo cual es muy bueno; pero al mismo
tiempo, esa inocencia y a la vez esa actitud rockera contundente y veraz, sin
fachadas truqueadas, se hacen cada vez
más difíciles de encontrar en la gran mayoría de las bandas noveles.
Por
eso me dio un gustazo toparme con Los Mojarras, grupo peruano que si bien ya
tiene larga experiencia en esto del rocanrol, su sonido me pareció fresco y
revitalizado; y es que su rock urbano que fusiona la música tradicional peruana
con el punk y el hard rock, tiene una
dosificación muy efectiva de fiesta, alegría, dureza, drama, costra rockeril e
inocencia, si, la misma inocencia provinciana de la que hablaba al principio.
Dando
tumbos desde los ya lejanos 90´s, el
líder y motor Mojarresco Hernán
“Cachuca” Condori, es un frontman de vieja escuela; aguerrido, visceral, que
manotea teatralmente mientras su voz enronquecida escupe letras de rabioso
contenido social o firme nacionalismo.
Es
aquí donde entra lo interesante: Las canciones
de Los Mojarras suenan a barrio pobre, a sudor arrabalero, a fiesta de
colonia popular y lo hacen de manera tan neta, tan directamente inocente, que se convierten en himnos populares.
Desfachatados,
sin pose, Las Mojarras hacen punk casi sin saberlo.
Repelente
de “hipsters”, conocedores de nariz respingada y críticos de gustos exquisitos, la música Mojarra es
una bocanada de aire con olor a mota
y alcohol, es esa extraña mezcla de llanto y carcajada tan
común en las clases más vulnerables del
tercer mundo hispanoamericano.
Cumbia salvaje que metamorfea en desmadroso rock,
blueses a oscuras, de esas rolitas que queman (Meza dixit), baladas agridulces, historias de perdedores y cantos
a la naturaleza que surgen del corazón; todo cabe en el baúl de los Mojarras.
Las
actuaciones en vivo de estos Mojarras
son simplemente fascinantes y desde mi punto de vista, el mejor modo de entrarle a esta gran banda y quedar enganchado con el sonido
y la lírica, directa como chingadazo,
del Maestro Cachuca.
Bandas
como esta son las que deberían recibir los tributos, las loas y el respeto de
las nuevas generaciones, pero como ya se sabe,
la vida no está ni cerca de ser
justa.
¿Qué
queda? Compartir con los camaradas, tal vez ya no por medio de casetes
grabados, pero si por aquí, por esta alcantarilla digital, la música de esta
gran bandota.
Y pues aqui nos recetan Viento, Yo vi renacer al Perú, Máscara y Televisor antiguo( una joyita) en las sesiones de Barrio Beat.
Mención
especial merece Barrio Beat Perú,
proyecto audiovisual liderado por Renzo Belón
cuyo propósito es difundir la
propuesta de las diferentes bandas y solistas de la escena rockera -en todas
sus variantes- de Perú.
En
verdad vale la pena echarse una vuelta por su canal de Youtube.
¿Ya los oíste güey? Son Los Mojarras carnal, ¡Y traen todo el pedo!