domingo, 21 de junio de 2015

¡Extra, Extra! ¡Los hipsters fueron creados por los reptilianos!

La duda nos estaba carcomiendo desde hace años: ¿De dónde broto tanto pinche hipster como si de  una plaga bíblica se tratara? ¿Fue tal vez  un severo caso de generación espontánea? ¿Nos mintieron  nuestros confiables libros de Ciencias Naturales de la SEP?
El hecho es que estos entes que ahora pululan hasta en las rancherías más recónditas de nuestro país, tuvieron su inicio –Según nuestra fuente  anti anunaki y viajera del tiempo- en un experimento llevado a cabo por la elite reptiliana de esta bananera nación. El maléfico programa conocido en las esferas secretas como HIPACHES (una mezcla de los vocablos  “hipster” y “huaraches”) buscaba la creación, por medio de tecnología alienígena ancestral (¡off course!), de rockers  pretenciosos y sobrevalorados que le dieran más en la madre al de por sí ya maltratado rockcito nacional. Y lo lograron.
Por el momento no podemos revelar más, pero he aquí los borradores de la creación de los cuatro primeros prototipos,  fruto de este maquiavélico plan  que con éxito rotundo logró que  miles y miles de chamacos imitaran a estos engendros del mal. ¡Ay nanita!

LEON LARREGUI (Leonis Larriegocuandomecoloco)
Resultado de todos los excesos del frontman de La Polla Records, mezclado con el mal genio de  Gargamel y la freses insoportable de Diego Luna, León  intenta  ocupar el gran hueco (¿neta?) que dejo San Saulito Hernández una vez metamorfeado a Jaguar. La táctica es simple: Lírica barata basada en anémonas de luz y vías lácteas.



CHETES (Norteñus Bitlescus)
Conformado con retazos de la greña de Kurt cobain, apenas una pizca de la mirada melancólica de John Belushi y  los cachetes de marrana  flaca (El Chavo dixit) de Don Carlos Villagran, este prototipo va por la vida queriendo ser John Lennon o Paul McCartney o ya de perdido Ringo. La afición por los bitols le nació después de escuchar un disco de éxitos del fab four en versión mariachi.


LO BLONDO (En serio, así hace llamar)

Que no os engañe su carita  compungida, como de “me duele la panza” a lo Betty la fea; sus gorgoritos  y su  pedante imagen de catedrática son mortales. Si bien los “ingenieros” intentaron rebajar su pesadez con unas gotitas de Bombón, la tierna chica superpoderosa, al final prevaleció el gen de Soraya, la malvada villana  interpretada por Itatí Cantoral en aquel culebrón llamado María la del Barrio. De la música mejor no hablamos.


JUAN CIREROL (Junkie Ca$$$$h)

El más nuevo espécimen calza  botas, chupa guamas, trae perico y ¡tururú!  Se rumora que, como el chupacabras, fue un experimento fallido pues dicho personaje se rehusó a entrarle al cotorreo de las baladitas blandengues y pop sin chiste y decantó por el country y las norteñas.
 Pelangochón  y hacedor de rimas tan fáciles como  prostitutas de tugurio de mala muerte, sus doce cuerdas cautivan a condechis y arrabaleros por igual. Sin una vestimenta hipsterosa, con una tendencia al punk y con un lenguaje pachecamente florido,  por mucho, es el menos peor  de los  cuatro. ¡Ajúa!
 

Reportó, para la inmensa soledad de este blog, un güey sin quehacer.








martes, 2 de junio de 2015

LBAsi

Poco sé del personaje en cuestión; en su “feis” dice que nació en Durango; en otros lados se cuenta que creció  en Piedras Negras, Coahuila; en el soundcloud sale que vive en Fosterlandia Texas. Total que el vato se llama Ezequiel León Moreno –aunque en una entrevista dice que se llama Oscar Ortiz, so… ¿WTF?- pero eso sí: Su nombre artístico es El Basi. O LBasi. Hasta aquí mi intento de lograr una introducción formal, porque, ¿Cómo hablar formalmente de un tipo  que hace de la incorrección política el pan de cada día? El Basi se echa la botana, tira carrilla y habla anorteñao, medio pocho y lo hace de forma inteligente; se ríe de y con los tópicos del mexicano fronterizo, el que vive los calorones de 43 grados y ve de cerquitas el contraste cabrón entre la suciedad y la pobreza de este lado del puente, y el pasto verde y recién podado y los “mols”  con sus escaleras eléctricas  y aire acondicionado bien frío, que están del lado gringo.
El Basi no es nuevo en la movida; fue co-fundador-junto con el ex bajista de El Gran Silencio y productor de Celso Piña, Julián Villarreal “El Moco”-de la banda  La Grope Mystic Proyect Band. Además, fundó con DJ Agustín el proyecto “CHICOTE”, aunque actualmente es solista.
Brincando del funk al folk, del rock  al pop y de la cumbia al rap, El Basi no discrimina géneros y el mismo se cataloga como un “Trovador electrónico”; No miento cuando digo que su lírica -¿onírica?- se disfruta como un buche de cheve  helada. Echando verbo coloquial, covereando lo mismo a Radiohead que a Caló, Pixies o The Cure,  malabarea con las palabras y  siempre tiene el buen tino de  acomodarlas formando oraciones ingeniosas y divertidas.
Si la justicia  soltara su balanza mal calibrada y se quitara el pañuelo para voltear sus oclayos lagañosos hacia el norte lleno de huizaches y biznagas de este maloliente país, Lbasi  estaría sonando en las estaciones de radio, siendo mamado por hípsters, rupestres,  punketos y metaleros malotes, compartiendo escenario en esos festi-valines -que ahora pululan como oxos en estas chayoteras tierras- con Zoeces, callejeros decimo terceros y Cirerolitos. Pero no; pareciera que  a este camarada le  tocó bailar con la morra más fea de la movida “indi”, la de a de veras; ese “indi” donde al músico le quieren pagar con chelas o de plano no le quieren pagar; el “indi” donde  con un putamadral esfuerzo, dinero propio y muchas penurias se logra grabar un disco realmente independiente y a los tres minutos  un cabrón ya lo está compartiendo, sin permiso, con el mediafire. Ese “indi” donde  vergonzosamente solo se le paga –cuando se le paga- al músico que toca las canciones de Maná  o Caifanes, y al que  se anima a componer canciones de su autoría, se le desdeña.
Y aun así, Lbasi se las arregla para mantenerse en pie de guerra, armando letras agridulces  cargadas de amor, desamor e ironía, y arropándolas con melodías de rock pop y coros pegajosos. Y entre todo su chabacano desmadre lleno de cucuys, vatos bien mameys y viejos de la güira, también se da el tiempo para crear melodías melancólicas de esas que son perfectas para escucharse en la tarde de un domingo tristón. Canciones como “Inevitable” o “No hay un lugar” son la muestra de que además de su característico lado chacotero, LBasi tiene las tablas suficientes para desarrollar canciones en un formato formal cargadas de sentimiento neto.
Y es precisamente esta dualidad, ese transitar del rebane  a la sobriedad, lo que me parece  muy llamativo de este compa: De su chompa salen frases destinadas a  provocar la carcajada y también es capaz de armar enunciados reflexivos e inteligentes.
LBAsi tiene como cuatro discos –El ultimo se llama “Urbanigrama Ocasional”-, todos independientes y de los cuales  no he escuchado ni uno completo; puras rolas sueltas. Pero lo que he oído me ha parecido tan a toda madre que hasta ando pensando en comprárselos al chingado I-tunes, y me cae que  me gustaría comprar el cd físico.
Alejado de los faroles de la fama, tocando en bares y empecinado en componer –y descomponer- canciones que hagan chacualear  a una que otra neurona atascada de mota o alcohol, ahí va Lbasi  tirando su verbo loco y sembrando música chida en un pinche desierto parco, donde no existe una verdadera movida rockeril con identidad propia.


Si no lo has escuchado, escúchalo; LBasi aún no ha creado la canción más verga del mundo, pero ya anda en eso.

¡Y no me agüites la pore, morra!





jueves, 16 de abril de 2015

A esa que le dicen Vida


A esa que le dicen Vida

Te escribo desde el ala izquierda de una urraca en agonía,
Como un piojo, un gorupo…
Una larva escondida entre los pliegues de la  carne ya podrida.
Te escribo para quitarme el ansia, la comezón insidiosa
De decirte  “Puta”  a ti,  la que te dicen Vida.

Te escribo como el maullido de un anciano gato
Que no consigue aparearse por las noches
Y  acepto así,  llanamente y sin reproches
El porvenir hediondo que en un sucio plato,
Has servido para mí, a modo de lonche.

Ni la paciencia de Job, ni la  piedad del Cristo
Debí haber aprendido eso desde niño
Estoy resquebrajado, perdido y loco, pero insisto,
 Aun siendo  un cautivo imbécil de Mefisto,
En besar  tu boca amarga con cariño.

Te regalo  las horas displicentes
Con las que con el tiempo armé un remedo de existencia
Y amparada en la insignificancia, mi inconsciencia
Regará las vísceras, sangre y heces pestilentes
Como posdata fatua  o si gustas, como un simple destello de inocencia.

Te escribo con la letra fea y chueca del cobarde
Y con la convicción irreflexiva del vencido
Cansado, flojo, viejo o aturdido
Llegué temprano y aun así se me hizo tarde
Y esa es la ley inexorable del caído.

Te dejo los mañanas para que los repartas
Entre todos los ansiosos de experiencias y atrevidos
Porque el sentido es un ladrón escurridizo, brinca bardas
Y porque incluso no hay fulgor de estrella que eternamente arda,
Vida, lo sabes, es mejor aparcar en el reducto oscuro del olvido.

miércoles, 8 de abril de 2015

Luna Fértil

Hormigas  bajo el sol de mediodía. Eso somos.  Es la Monclova que recuerdo, la chida. Nos sentamos  en la sombrita, afuera del  “Frogis”, una  cafetería que esta enfrente del CBTIS. Como yo salí de la prepa 24 hace como un año, el CBTIS y su multitud estudiantil  me parecen medio fresones. No hay pedo; la  tocada del día del estudiante está por comenzar. Rolamos las botellas de toronja con mezcal, carcajeamos. Hace ya casi cuatro años que se murió  Cobain, pero todos somos  Gronchetos: Fabián y sus pelos chinos, el Fer, Perikles, hasta Erick que por ese entonces mamaba al Tupac. Díganme viejo de mierda, pero en ese entonces descubríamos  bandas y canciones a diario, nuestros oídos eran terreno  virgen y fértil…
Fértil. Luna Fértil. Así se llaman. Ray y yo los conocimos cuando eran los Cacahuates. EL hecho es que tocan bien chingón. Sus rolas simplemente  rifan. Canciones originales, con garra y fuerza. Por eso aquí estamos, colándonos  entre la fila de morritas de faldita y  morrillos con uniforme. Lo logramos, no sé cómo. Adentro de la prepa es como una Kermese;  muchas niñas bonitas. En el escenario  ya está La Luna Fértil afinando. Se me acerca el Cacahuate, dando brinquitos al ritmo de “El esqueleto” de Las  Victimas del Dr. Cerebro que suena en las bocinas. Veo su playera con una enorme anarquía Roja, siempre se la he envidiado.
-¡Que pedo cabrón!
-Nariz, todo tranquis. ¿Listo pa´ tocar?
-No, ahora bajea el Yohuali, un camarada de San Buena. Espérame wey, ahí vengo…
Y se va dando brinquitos hasta el escenario, a ayudarle al grupo a acomodarse.
Se sube una señora y anuncia a la banda. Volteo para los lados y ya es un buen de raza. Nos comenzamos a amontonar alrededor del foro. Gritos y rechiflas. René, el vocal y guitarrista suelta los primeros acordes. “viene el diablo…” chingale. Esa rola esta con madre. Brincamos;  es como un precalentamiento. Nos apretujamos. El alcohol con toronja surte su efecto y siento retumbar los tamborazos justo en el pecho.  Sudamos expectantes bajo el sol de mediodía; rebotamos en nuestras piernas; melenas casposas agitándose, puños levantados, codazos y empujones…
¡NO ME IMPORTA NADA! NO ME IMPORTA NADA!
Se arma el slam. Veo  a un gordito güero  totalmente en trance, brincando  con los ojos cerrados  justo en medio de la rueda. Tiempo después sabré su nombre, Johaben.
En la bola hay una única  vieja, de pelos rojos trasquilados. Es la Eva, también la conoceré después.
Detrás del arcoíris te encuentro solo a ti… Sudor. El pelo se me pega en la frente.  Giramos en círculos cuando la rola se acelera. El Cacahuate brinca desde el escenario.  Por un rato me quedo como un bobo, oyendo  los riffs, y siento que todo encaja a la perfección. “yo quiero  ser parte de eso…”, pienso.  “Yo quiero tocar así, estar ahí”. Un empujón me hace rodar por el cemento de la explanada.  Alguien me extiende el brazo y me levanta. Es el güero gordito, sudoroso y sonriente.
El slam nos unifica. Jadeamos, sacamos la lengua. Para cuando  empiezan a tocar “Grita”, aquello es un desmadre. Acelere chingón.  La morra de los pelos rojos se cae y la banda le hace bolita. Pura botana. Nadie se libra de un raspón, o un codazo; nunca propinado a la mala.
La Luna Fértil termina su set. Todos gritamos el clásico “Otra, Otra…”. Se avientan  “Cuanto tiempo”. Rolón.
Se sube  la  señora y acapara el micrófono.  Ponen música de Fey. Lo que queda de las toronjas mezcaleadas ya está caliente, así que nos retiramos.
Caminamos cansados bajo el sol cabrón de media tarde, pero riéndonos y con la euforia  apenas apaciguándose, con el recuerdo fresco y los oídos aun zumbando y pensando, equivocadamente, que tendremos momentos como este por siempre…

Pasaría el tiempo y la Luna Fértil (Con Rene Corona en la voz y la guitarra, Yohuali en el bajo y Juan Ballesteros en la batería) dejaría de tocar, lo cual es una lástima; como también lo es la ausencia  de material  de ellos en internet.  Y es que, en un Pueblo donde casi ninguna banda se anima a hacer y tocar sus propias canciones, es importante  conservar el legado de las bandas que si lo hacen; que las generaciones  por venir conozcan este precedente y con suerte, tal vez algún aventado se anime a mostrar sus composiciones y ponga el siguiente tabique para afianzar una verdadera escena rockeril monclovense. Cualquier cosa que eso signifique.

lunes, 23 de marzo de 2015

15 años

21 de Marzo del 2000.
Caminamos bajo el sol de mediodía. Somos cuatro greñudos escuálidos, con los tenis rotos y los pantalones deslavados. Necesitamos una batería ya que  esa noche será nuestra primer tocada. Estorbo nos llamamos. Pudimos haber sido “Los óvulos en almíbar” si hubiéramos sabido que  había como cuatro Estorbos más regados por el mundo. Localizamos a  un amigo de pablo; nos va a prestar la batería a cambio de tocar al menos  dos rolitas de Caifanes con nosotros. Yo no se me rolas de los Caifanes, pero Lalo y Pablo sí. Aceptamos.
En la Calle Juárez, Juan nos ayuda a llevar en su carro el “equipo”: Tres mini amplificadores viejos y madreados, una enorme grabadora ochentera (de esas que traían foquitos de colores) que servía como cabezal para el bajo, dos bocinas que le quite al tocadiscos de papá y unos platillos quebrados.
Son las seis de la tarde y practico en mi cuarto con mi guitarra de palo. Estoy ansioso. Llega Ruko.  Una hora después llega Juan, para ir por Pablo. Lalo se va ir con Polo. El Porro, que era algo así como nuestro manager-publicista-secretario, caería  directo al Icarus, una disco (si, dije disco y no antro) que en sus buenos tiempos era el centro de reunión de la muchachada fresona, pero esa noche sencillamente se le “chispoteó” dejando tocar al Estorbo.
Hay un pequeño escenario. Acomodamos  y conectamos las cosas. Es muy temprano, pero comienza a llegar gente. El amigo de pablo arma su batería-que esta nueva-; la prueba. No la toca  bien.
Veo a lo lejos a Eric. Ahí anda la Huicha, a quien todavía no conocía. Ruko y yo  decidimos irnos a la casa de Eric para armar unas caguamas  y quitar el estrés. Regresamos al evento como 1 hora y media después, ya entonados. Pablo y Lalo como que se quieren enojar, pero les digo que no hay tos, que estamos listos.
Se acerca una chava de las que organiza; quiere que ya toquemos. Nos acomodamos, me cuelgo mi guitarra. Me doy cuenta que me tiemblan las piernas. Afinamos; si mal no recuerdo Lalo afina mi guitarra.  Un DJ desde cabina nos anuncia.
Y empezamos. Con un cover de Nirvana. Con mi inglés mal pronunciado. El sudor me pica en los ojos  y las luces destellantes me encandilan. Me quiero bajar. Veo como a seis  tipos brincando enfrente de nosotros. Volteo a ver a Ruko y se rié; volteo con pablo y está agitando sus pelos lisos como si estuviera tocando black metal y Lalo con los ojos cerrados, concentrado.
 De repente un calor me sube desde la panza. Ya no estoy nervioso. Es como si una energía desconocida me atravesara y al mismo tiempo atravesara a los demás estorbos. Siento que todo encaja, como si algo, a través de la música, me hubiera hermanado de alguna forma con esos tres tipos que estaban a mi lado.
Tocamos nuestras rolitas. Tocamos Crí-Crí y me sorprendió  ver como varias personas la coreaban.
Terminamos sudorosos y complacidos. Y no es que hayamos tocado muy bien; era otra cosa. Algo que hasta hoy en día no puedo explicar…
Creo que quedo alguna foto  de esa noche.

21 de Marzo del 2015.
No es mi mejor momento. Con sobrepeso,  a un paso de la diabetes, desempleado y con problemas familiares. Son las cuatro de la tarde y la Mona pasa por mí; agarramos rumbo al Ocho de Enero. Anda haciendo unos bisnes. Le doy  un trago a la cerveza y cierro los ojos. El viento fresco  me golpea la cara y el sol sobre la hierba verde de los terrenos me parece un sueño triste. Con la Mona todo parece sencillo, como si el futuro fuera un chiste sin importancia; pero es porque siempre que lo veo estamos borrachos. Vamos por la segunda ronda de birongas. “Pistéale, Mi Rey…”.
Ahora nos dirigimos a Castaños, a visitar a Ruko. Llegamos a su casa  y sale un Ruko robusto y trajeado. Es un Señor. Saludo a mi ahijado, pero sé que no se acuerda de mí. Casi no nos vemos. Ruko y mi comadre tienen un evento de la iglesia. No queremos atrasarlos; la Mona compra dos caguamas más y nos vamos a la casa de Pablo.  Recién bañado y perfumado,  Pablo me recuerda algún sábado en la noche en la plaza de Anáhuac, cuando iba con mis primos a comprar un trol.
Vamos a un restaurant bar  a comprar algo de cenar para mi mujer y aprovechamos para tomarnos otras cervezas. De regreso pasamos por Rojo. Ahora si, a La Descarada. Es un concurso de bandas y pablo anotó al Estorbo. Lalo no vendrá, pero Pakio le va a dar al bajo. Llega Trusko. Mas cervezas; ahora son Victorias. El bar está  lleno y nuestro turno se aproxima.
Me doy cuenta que me tiemblan las piernas. Nos acomodamos, me cuelgo mi guitarra. Afinamos. Veo que Rojo tiene solo un platillo en  la batería. Voltea y se ríe conmigo como diciendo: “No hay pedo, chinguesumadre…”.
Y empezamos con “Barrio obreras”. La gente  canta y brinca.  Me equivoco en unos tonos. Dejo la guitarra de lado. Grito. Lanzo arengas. La gente mueve las mesas y  brincan frente al pequeño escenario. Agito mi cerveza. Bailo con la raza. Me falta el aire. Dejo de oír el bajo a media rola y volteo con pakio, que se empina una coronita. “¡Tocale vato!”. Pablo baila. 
Por unas botellas. Caminar. San Juditas. La raza pide rolas. Estoy borracho. A tu matriz. Mírale. Piden  El alma en un motel y… Tengo de nuevo esa  sensación ya conocida. Esa energía atravesando  ahora ya no solo a los Estorbos, sino a la raza que baila enfrente de nosotros también. Y de nuevo siento que todo encaja y que al menos en ese momento estoy a salvo, protegido. Hermanado de nuevo con mi carnales.
Tocamos Crí-Crí y alguien me dice que esa canción lo hacía llorar. Me dieron ganas de chillar a mí.

Faltaron Lalo y Ruko, pero terminamos sudorosos y complacidos. Y no es que hayamos tocado muy bien; es otra cosa. Algo que hasta hoy en día no puedo explicar…

miércoles, 14 de enero de 2015

Un 69 de Agosto

¡Ay babita espesa!, precursora de la vomitada intermitentemente de  un tamal de puerco asedado.
Babita biliosa que escurre por la chamarra con botoncitos y estoperoles.
¡Ay bajón mal pedo! Clonazepantrocachondedeándoseachitara… ¡tonder-tonder-tonder-tonderCATS!!
Las patas frías y hediondas metidas en los tenis combers de botita, muy acá, quesque muy rocker.
¡Ay santa tarántula de los tompiates! ¡No se me quita, no se me quita!
La caguama resbaló, y en el suelo se estrelló; y era una Victoriana Huerta, traidora la cabrona.
Porque antes que Eminem y  Tupac  estaban Gerardo y Caló.
Tendrían que ser ratas porque aquí no hay marmotas, pensó o dijo, interrumpiendo la bonita velada.
Ma me mi mo mu pa pe pi po pu no bailes del caballito que te voy a regañar…
¿Ton´s que? ¿Amarras o te pandeas? Tira a león, ñero…
Te digo que tiene un ojo turnio, así como que se le va pa´ un lado…si, pero canta bien bonito. Y no supo decir si hablaba del Tom Yorcs o de un güey de la Nacademia.
Hagamos un tributo. Uno mamalón. A Moderatto.
¿Ya te venistes( así, con doble “s”)? Dijo que sí, pero era orina tibia humedeciendo la entrepierna…
Amor, ardiente amor, con tu rueda de fuego, dame tu calor…porque en mi fervorosa y precalenturienta niñez-noñez, antes que Johnny Cash estuvo Mingo Saldivar…
¡Ay San Rodrigo! ¿Por qué tú y no Alex? ¡Ay San Lorita! Me refería a Alex Sintek!
¿De parte de quién? De Munra, el inmortal…porque antes de los Ángeles azules estaba La Tropa Colombiana.
Como zombi trasnochado que se salió de una película del Santo contra toda la monstruada, buscó refugio  y calorcito maternal con los perros sarnosos, justo ahí, debajo de las escaleras de la presidencia municipal, donde los antimotines suelen echar sus miadas; y durmióse y cuando sus choya entró en la fase REM-EVERYBODYHURTSLOSINGMYRELIGION y sus oclayos se movían bajo sus parpados pintarrajeados de negro a la onda darks, las 26 neuronas buenas que le quedaban hicieron sinapsis. Y entons empezó a la sueñe y sueñe; pesadillas lovercrafianas, necronomiconas y dantescas, pura basura de cine serie B; pero justo al final, cuando el sol-RA comenzaba a asomarse por los cerros pelones, su conciencia apiadóse  de él e imachin-ol-te-pipol un Coahuila de Zaragoza shido, sin políticos transas ni narco violencia, donde la música de banda era solo un mal recuerdo, y el vecino ruidoso que todos tenemos  se refina a Pink Floyd mientras lava su carro; un municipio con tocadas bien organizadas donde las bandas locales -Oh my gosh, se me salen las de San Pedro- ¡NO TOCAN COVERS! Y los tiras solo llegan hasta que se acaba el evento y solo para transportar amablemente en sus patrullas a l@s rocker@s que se le pasaron las copas o los toques, hasta las puertas de sus casas, para que no pasen frío, para que no preocupen a sus padres, pa´ que no los regañen sus viej@s…
Pero la fantasía animada se diluyo en cuanto saboreo su baba ácida y pestilente con pedacitos de nixtamal podridos.
Y cuando despertó…el pueblo de mierda donde vivía, seguía ahí. Pero al menos el efecto clon ya se había ido.


Porque el Armiados Güeva Vil es el túnel cavernoso, chicloso,maloliente, peludo y clitorital, por el que se pasa para llegar al taberna-culo, al mero mero santo grial; que no es más que una caguama, azorrillada y caliente, cuyo pico tiene las babas del grande-glande, el que le puso lengua ladina al rock de estos lares, el maese Parménides García Saldaña, la chiche de la que hoy mamo.