21 de Marzo del 2000.
Caminamos bajo el sol de mediodía. Somos cuatro greñudos escuálidos, con los tenis rotos y los pantalones deslavados. Necesitamos una batería ya que esa noche será nuestra primer tocada. Estorbo nos llamamos. Pudimos haber sido “Los óvulos en almíbar” si hubiéramos sabido que había como cuatro Estorbos más regados por el mundo. Localizamos a un amigo de pablo; nos va a prestar la batería a cambio de tocar al menos dos rolitas de Caifanes con nosotros. Yo no se me rolas de los Caifanes, pero Lalo y Pablo sí. Aceptamos.
Caminamos bajo el sol de mediodía. Somos cuatro greñudos escuálidos, con los tenis rotos y los pantalones deslavados. Necesitamos una batería ya que esa noche será nuestra primer tocada. Estorbo nos llamamos. Pudimos haber sido “Los óvulos en almíbar” si hubiéramos sabido que había como cuatro Estorbos más regados por el mundo. Localizamos a un amigo de pablo; nos va a prestar la batería a cambio de tocar al menos dos rolitas de Caifanes con nosotros. Yo no se me rolas de los Caifanes, pero Lalo y Pablo sí. Aceptamos.
En la Calle Juárez, Juan nos
ayuda a llevar en su carro el “equipo”: Tres mini amplificadores viejos y madreados,
una enorme grabadora ochentera (de esas que traían foquitos de colores) que servía
como cabezal para el bajo, dos bocinas que le quite al tocadiscos de papá y unos
platillos quebrados.
Son las seis de la tarde y practico
en mi cuarto con mi guitarra de palo. Estoy ansioso. Llega Ruko. Una hora después llega Juan, para ir por Pablo.
Lalo se va ir con Polo. El Porro, que era algo así como nuestro manager-publicista-secretario,
caería directo al Icarus, una disco (si,
dije disco y no antro) que en sus buenos tiempos era el centro de reunión de la
muchachada fresona, pero esa noche sencillamente se le “chispoteó” dejando
tocar al Estorbo.
Hay un pequeño escenario. Acomodamos y conectamos las cosas. Es muy temprano, pero
comienza a llegar gente. El amigo de pablo arma su batería-que esta nueva-; la
prueba. No la toca bien.
Veo a lo lejos a Eric. Ahí anda
la Huicha, a quien todavía no conocía. Ruko y yo decidimos irnos a la casa de Eric para armar
unas caguamas y quitar el estrés. Regresamos
al evento como 1 hora y media después, ya entonados. Pablo y Lalo como que se
quieren enojar, pero les digo que no hay tos, que estamos listos.
Se acerca una chava de las que
organiza; quiere que ya toquemos. Nos acomodamos, me cuelgo mi guitarra. Me doy
cuenta que me tiemblan las piernas. Afinamos; si mal no recuerdo Lalo afina mi
guitarra. Un DJ desde cabina nos
anuncia.
Y empezamos. Con un cover de
Nirvana. Con mi inglés mal pronunciado. El sudor me pica en los ojos y las luces destellantes me encandilan. Me
quiero bajar. Veo como a seis tipos
brincando enfrente de nosotros. Volteo a ver a Ruko y se rié; volteo con pablo
y está agitando sus pelos lisos como si estuviera tocando black metal y Lalo
con los ojos cerrados, concentrado.
De repente un calor me sube desde la panza. Ya
no estoy nervioso. Es como si una energía desconocida me atravesara y al mismo
tiempo atravesara a los demás estorbos. Siento que todo encaja, como si algo, a
través de la música, me hubiera hermanado de alguna forma con esos tres tipos
que estaban a mi lado.
Tocamos nuestras rolitas. Tocamos
Crí-Crí y me sorprendió ver como varias
personas la coreaban.
Terminamos sudorosos y
complacidos. Y no es que hayamos tocado muy bien; era otra cosa. Algo que hasta
hoy en día no puedo explicar…
Creo que quedo alguna
foto de esa noche.
21 de Marzo del 2015.
No es mi mejor momento. Con
sobrepeso, a un paso de la diabetes,
desempleado y con problemas familiares. Son las cuatro de la tarde y la Mona
pasa por mí; agarramos rumbo al Ocho de Enero. Anda haciendo unos bisnes. Le
doy un trago a la cerveza y cierro los
ojos. El viento fresco me golpea la cara
y el sol sobre la hierba verde de los terrenos me parece un sueño triste. Con
la Mona todo parece sencillo, como si el futuro fuera un chiste sin
importancia; pero es porque siempre que lo veo estamos borrachos. Vamos por la
segunda ronda de birongas. “Pistéale, Mi Rey…”.
Ahora nos dirigimos a Castaños,
a visitar a Ruko. Llegamos a su casa y
sale un Ruko robusto y trajeado. Es un Señor. Saludo a mi ahijado, pero sé que
no se acuerda de mí. Casi no nos vemos. Ruko y mi comadre tienen un evento de
la iglesia. No queremos atrasarlos; la Mona compra dos caguamas más y nos vamos
a la casa de Pablo. Recién bañado y
perfumado, Pablo me recuerda algún sábado
en la noche en la plaza de Anáhuac, cuando iba con mis primos a comprar un
trol.
Vamos a un restaurant bar a comprar algo de cenar para mi mujer y aprovechamos
para tomarnos otras cervezas. De regreso pasamos por Rojo. Ahora si, a La
Descarada. Es un concurso de bandas y pablo anotó al Estorbo. Lalo no vendrá,
pero Pakio le va a dar al bajo. Llega Trusko. Mas cervezas; ahora son Victorias.
El bar está lleno y nuestro turno se
aproxima.
Me doy cuenta que me tiemblan
las piernas. Nos acomodamos, me cuelgo mi guitarra. Afinamos. Veo que Rojo
tiene solo un platillo en la batería. Voltea
y se ríe conmigo como diciendo: “No hay pedo, chinguesumadre…”.
Y empezamos con “Barrio
obreras”. La gente canta y brinca. Me equivoco en unos tonos. Dejo la guitarra
de lado. Grito. Lanzo arengas. La gente mueve las mesas y brincan frente al pequeño escenario. Agito mi
cerveza. Bailo con la raza. Me falta el aire. Dejo de oír el bajo a media rola
y volteo con pakio, que se empina una coronita. “¡Tocale vato!”. Pablo
baila.
Por unas botellas. Caminar. San
Juditas. La raza pide rolas. Estoy borracho. A tu matriz. Mírale. Piden El alma en un motel y… Tengo de nuevo esa sensación ya conocida. Esa energía atravesando ahora ya no solo a los Estorbos, sino a la
raza que baila enfrente de nosotros también. Y de nuevo siento que todo encaja
y que al menos en ese momento estoy a salvo, protegido. Hermanado de nuevo con
mi carnales.
Tocamos Crí-Crí y alguien me
dice que esa canción lo hacía llorar. Me dieron ganas de chillar a mí.
Faltaron Lalo y Ruko, pero terminamos
sudorosos y complacidos. Y no es que hayamos tocado muy bien; es otra cosa.
Algo que hasta hoy en día no puedo explicar…