Me fascinan los Niños Mutantes. No se por que
nunca había escrito sobre ellos. En realidad, hay muchas cosas que no he
exteriorizado en este pedazo de pantalla negra.
Los descubrí hace ya bastantitos años, en un CD compilatorio
que regalaba la extinta (al menos en México) revista Española RockSound. Ahí venia
una canción llamada “Tu Perro 2” y eso basto para que quedara enganchado. Con
el internet todavía en pañales (al menos en mi ciudad), batalle bastante para conseguir algunas canciones
sueltas y seguir maravillándome con el sonido mutante.
Y sucedió que por el 2006 o el 2007, no
recuerdo bien, Johaben, Emanuel y yo peregrinamos a DF en un camión lleno de punkis regiomontanos
con la intención de ver a NOFX en el Corona Music Fest. La fallida y anárquica presentación
de los Californianos duro tan solo 10 minutos (con granaderos incluidos), pero
esa es otra historia… El caso es que horas antes pudimos pasearnos por el Chopo
y ahí conseguí los discos “Mano, Parque, Paseo”, “Canciones para el primer día
de la tierra” y “El sol del invierno”.
Sobra decir que me pase horas y
horas escuchando y re-escuchando estos
tres discos y con cada oída me daba cuenta que me estaba convirtiendo en un fanático
de la agrupación granadina y es que, ¿Como no hacerlo? Las canciones de Niños Mutantes poseen una simbiosis perfecta entre letra y melodía;
guitarras eléctricas con distorsiones oportunas y bajo y batería contundentes,
envuelven un pop exquisito que muta (claro) en un rock potente de clara
influencia noventera.
Y es esa la mayor virtud de Niños Mutantes: El
equilibrio perfecto entre la sutileza del pop y la fuerza del rock. Esto aunado
a la poesía minimalista de su vocalista y letrista Juan Alberto Martínez, lo
que se obtiene es una marea sonora, a veces calma, brava en ocasiones, que toca fibras.
Y he aquí la
importancia de las letras en castellano: Antes de escuchar a Niños
Mutantes no había conocido ninguna banda en español que me transmitiera lo que las canciones de
estos Niños Mutantes; hay intrínseco en
ellas un dejo de nostalgia, un dejo de derrota, de desamor, pero también apenas un vislumbre de esperanza.
Me alegra saber que Niños Mutantes comienzan a tener (tarde, por cierto) el reconocimiento
masivo que no tuvieron durante sus primeros años.
Hoy, sin revistas de rocanrol impresas pero
con un internet todavía mas o menos libre, he ido topándome con bandas como Vetusta
Morla, Deluxe o Lori Meyers, y reconozco
que son muy buenas; sin embargo, como
Niños mutantes, ninguna.
Para mí, ellos son los amos y señores absolutos del
power pop en castellano.
Ojala y los pudiera ver en vivo antes de
dejar este mundo de mierda, si no, ni hablar; solo me asegurare de tener
siempre mis audífonos bien puestos.