sábado, 8 de septiembre de 2007

El jueves que fue viernes.

Es la cruda, tiene que serlo. No puedo estar sintiendo que volví a cometer un grave error nada mas por que si.

Unos cuantos vasos de whisky barato (y el antecedente de unas cervezas Indio) fueron suficientes para que a las 5:25 de la mañana me lanzara a la cama con la espalda cansada y sin mucha conciencia de lo que iba a suceder en cuanto el sol iluminara el maldito viernes, ultimo día de trabajo de la semana.

8:46 a.m. y en la televisión un escándalo; abrí los ojos pero no pude despegar la cabeza de la almohada. “Un ratito, solo un ratito mas”, sugirió esa voz interna que debería animarme a hacer las cosas correctas, pero que lejos de hacerlo, me insta a ser peor persona. Logro levantarme, voy al baño y todo da vueltas. Sentado en la taza, comienzo a cobrar algo de conciencia.

Salgo y tomo el teléfono. “Me siento mal, tengo diarrea, no puedo presentarme a trabajar”, me escucho decir por la bocina. “No tienes responsabilidad alguna; el lunes hablamos”. Eso dijo la vocecita del otro lado de la línea. Se escuchaba bastante molesta. Jamás aprendí a mentir.
Me tire de nuevo a la cama. Dormí. Horribles sueños vinieron a mi; hombres barbados en días de luz extraña; niños deformes con enormes sonrisas diabólicas, tiendas de pantalones atendidos por señoras frívolas que se carcajeaban en mí cara y de pronto estaba perdido en una carretera terregosa y sentía esa sensación de querer estar abrazado a mi mamá, como cuando niño. Quería llorar. Y timbro el teléfono.

Y ahora tenia plena conciencia. Viernes a las 3:16 p.m. solo en mi casa, y la culpa comienza a roerme el cerebro. “Necesito el dinero. ¿Cómo pude hacerlo? ¿Cómo pude hacerlo?” me repetía mientras veía el sol por la ventana. Llego mi novia, y en realidad necesitaba un abrazo; pero aguante bien los reproches. Me los merecía. Después, solo comí y me dormí todo el resto de la tarde.

A las 7:45 p.m. me duche y pase por ella. Iríamos al cine. Para mi era un sábado. Una película de comedia romántica. Cenar tacos, ver televisión. Dormir. Pero la maldita culpa no se va.

Hoy sábado, escuchando a Grandaddy, a la 1:30 p.m. estoy preparado para el Lunes. Lo afrontare con una sonrisa. Sonreiré.



2 comentarios:

· dijo...

Estoicismo llaman a esa actitud. (Ja!)

· dijo...
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