La encontre aqui. Weird.
domingo, 28 de julio de 2013
LE SCIMMIE
“Qué curioso: no eche de menos
los gorgoritos…” fue lo primero que pensé cuando me chute el disco enterito de
Le Scimmie (o “Los Changos”, pa´ la
banda mexica), combo italiano formado por Angelo Mirolli (guitarra) y Mario
Serrecchia (batería). Tampoco note la ausencia de bajo, casi hasta la mitad
del disco.
Y es que estos muchachos
(¿adolescentes todavía?) fabrican un stoner rock instrumental de calibre
grueso. Es obvio que tomaron lecciones en la Benemérita Escuela Superior de
Kyuss y se doctoraron en el Karma To Burn Institute, con excelentes
calificaciones, pero ojo: Los Changos
solo se nutren de estos dos monstruos para al final, lograr una atmosfera
y una música muy particular.
Armados con un sonido choncho,
a base de guitarrazos poderosos y geniales, llenos de fuzz, de esos que podrían
convertir al cumbianchero más acérrimo en satánico metalero, y una batería que
retumba con precisión y fuerza cuasi
neanderthal, Le Scimmie, crearon un disco contundente y equilibrado a la vez.
Pasajes psico-stoneros se entremezclan con tiempos acelerados, contundentes,
donde el Rey es el riff: Amo y señor,
dictador de las bocinas, se asienta en los cueros de bombos y tarola, para hacer llegar su mensaje a los
oídos cerillosos de greñudos y no tan greñudos: !!MUEVE LA CABEZA GÜEY!! Y no
solo la cabeza, sino que también los
brazos empiezan a moverse en el aire,
con las manos apretando unas baquetas invisibles dando de tamborazos y
quebrando platillos. Air drumming, papa.
En este disco no hay lugar para
punteos virtuosos agudos y apantalla pendejos; como lo decía, EL RIFF, robusto
y primitivo lo llena todo.
Emparentando su sonido hasta
cierto punto con los Stoned Jesus-otra gran bandota ya mencionada con
anterioridad en este blog- Le Scimmie, se decantan más por los lares del
acelere, su stoner tiene mucho de punk y está lleno de referencias gruncheteras, lo que para mí lo hace aún más
disfrutable.
DROMOMANIA (2011), es un disco más que recomendable para cualquiera que disfrute del stoner o el rock grueso. Grabado de manera impecable, corte a corte, este LP te deja con la sensación de querer escuchar más de esta banda.
No dudo que con el tiempo este
disco de apenas 21 minutos de duración (raro en un disco de stoner), se convierta en referencia dentro del género.
Si, tal vez suene aventurada una afirmación como la anterior, ya que se trata
del primer trabajo de estos morillos Simios, pero que sea el tiempo quien
decida.
Yo por lo pronto espero que Le Scimmie grabe ya su segundo
álbum y que este igual de ponedor o mejor aunque este Dromomania.
Un agradecimiento a The Sludge Lord, blog que tiene en descarga esta joyita de disco.
Ah, verdad?
martes, 23 de julio de 2013
Alvy, Nacho y Rubin y su atinada versión de Los Campos Magnéticos
¿Cómo tomar algo ya de por si
perfectamente estructurado y convertirlo en algo nuevo, hermoso y con identidad
propia? Pocos tienen la respuesta, pero eso es precisamente lo que hacen Los
Campos Magnéticos, agrupación argentina
que nos hace repensar en el sentido de las palabras “tributo” y “cover”.
Nacho Rodríguez, Alvy Singer y
Sebastián Rubin tenían ya sus propias bandas, pero fue el gusto y la admiración por The Magnetic
Fields –Banda neoyorkina de culto entre los círculos indies- lo que los
hizo coincidir para darle forma a una agrupación cuya intención era rendir
algún tipo de tributo y al mismo tiempo difundir la música de los mencionados
Magnetics Fields, pero la cosa fue más allá, mucho más allá; tan es así, que
existen ya dos álbumes que guardan registro de este experimento sonoro.
Y es que lo que hacen Alvy,
Nacho y Rubin no es una burda traducción, tampoco un giro de tuerca a las composiciones
exquisitas de Stephin Merrit (líder, compositor y cantante de The Magnetic
Fields); Los Campos Magnéticos logran lo más difícil: Hacen suyos estos temas,
los adoptan y moldean para darles un
nuevo aire de pertenencia castellana, arropados con una instrumentación sobria
y sencilla en apariencia y que, precisamente por eso, roza lo sublime.
Al interpretar, lo que realmente
logran es una reinvención de los temas originales, y al mismo tiempo reafirman
el sentido universal (¿pop?) de las canciones de amor.
Es por eso que escuchar a
estos Campos Magnéticos es una experiencia gozosa, de sabor agridulce y con un
dejo nostálgico; uno termina perdiéndose en los vericuetos de la memoria,
acordándose de los amigos de la preparatoria o de aquella chica que nos rompió
el corazón, como si estas canciones hubieran estado desde siempre en esos
momentos, resonándonos en la cabeza.
Muy lejos del tributo y a años
luz del cover, Alvy, Nacho y Rubin crean y recrean (basta ver los videos de sus
directos en youtube para darse cuenta que se divierten como niños) una
atmosfera bohemia, llena de armonías
elegantes y melodías que parecerían brincar sobre charcos de lluvia en tardes
nubladas.
Porque a las canciones hay que
quererlas, y se nota que estos muchachos se enamoraron locamente de estos
temas, empeñando el alma al tocarlas; creo que es por eso que suenan tan
directas, tan descaradamente honestas y frescas. Igualmente destacable es la colaboración
en varios temas de la cantante Eugenia Brusa, cuya voz pasa de una atenuada melancolía
(escúchese la simplemente hermosa “Volve
de San Francisco”) a una tonada juguetona.
¿Y entonces qué hacer? Rendirse y aceptar estas canciones como los himnos que son, dándoles un lugar privilegiado en el soundtrack de nuestra vida.
Pero como en la música todo es
subjetivo, habrá detractores de estos
reinventores argentinos; por lo general
acérrimos listillos “indis” que juraran que esta música es una afrenta
contra la creatividad del Señor Merrit y demás , pero, como digo, todo es cuestión de
puntos de vista.
Para mí, Los Campos Magnéticos
son una banda magnifica, como pocas.
Lograron sintetizar en un
puñado de canciones la belleza y la grandeza
de las composiciones de The Magnetic Fields, dándole un poco de
luminosidad al genio un tanto oscuro y
cavernoso de Stephin Merrit; al mismo tiempo, me acercaron a una banda a la que
probablemente hubiera pasado por alto, pero
lo más importante: Crearon un disco clásico (el deliciosamente breve
“Alvy, Nacho y Rubin interpretan a los Campos magnéticos Vol. 1”) , de esos que
se oyen de principio a fin sin que el hartazgo asome las narices; con canciones
que ya eran imperecederas, pero que al coserles lengua de castilla, toman otra
proporción, más cercana y personal.
Ojala y Los Campos Magnéticos
hicieran una gira por México… ¡ah, sueños guajiros!
En estos tiempos de sonidos
huecos, de bandas de carcasa y sin pizca de alma, de refritos y colaboraciones oportunistas, toparse con una
agrupación como estos Campos Magnéticos es simplemente una bocanada de aire
fresco.
Si no me crees, lánzate a su Bandcamp, destapa una cerveza, dale play y hazte fan.
domingo, 21 de julio de 2013
Mosca, a secas, pero Mosca al fin
Fueron cinco años. Cinco
largos años en los que el periodismo nacional
de rock en medios impresos fue
prácticamente nulo. Hoy, nunca antes un zumbido de mosca me resulto tan placentero y esperanzador.
La Mosca, ya sin el “la” ni
“en la pared”, regresa y con ella, espero (ya que aún no me he hecho de un ejemplar del primer número), regresa la crítica,
la acidez, el humor y sobre todo el análisis del rock nacional y extranjero,
sin tapujos, sin condicionamientos.
Quienes crecimos leyendo La
Mosca en la Pared, nos acostumbramos a un periodismo rockero y cultural -si es
que cabe la almidonada palabrita- inteligente, que cuestiona, que nutre; nos
acostumbramos a la crítica mordaz y al descubrimiento de bandas, sonidos,
ideas, escenas y movimientos.
Pasaba algo curioso cuando se
leía a la antigua Mosca: Podías estar o
no de acuerdo, con la idea o visión del
crítico, cronista o ensayista que estabas leyendo, pero de igual forma despertaba en ti una actitud crítica, veías las distintas
aristas del grupo o música en cuestión y formabas tu propio criterio.
Si bien los tiempos han
cambiado, y lejos han quedado aquellos años de internet incipiente, creo que
el hueco en el periodismo rockeril está
más árido que nunca. Aun y cuando en estos
días abundan los blogs,canales de youtube, facebooks, soundclouds, bandcamps y
demás herramientas de difusión de
información y de música, es difícil
encontrar portales o páginas que catalicen corrientes diversas y lo más
importante: Que lo hagan de manera correcta (artículos bien escritos, con
estilo y ortografía aceptables, por decir lo menos). Además, nunca será lo
mismo leer una “revista” digital, a
tener una en las manos, con su clásico olor a papel nuevo. Que me perdonen los
ecologistas.
Para que hablar de las
revistas que se quedaron durante este tiempo:
WARP, enfocada al “indie”
contemporáneo, con un diseño impecable pero
totalmente hueca en cuestión de
textos y entrevistas, con la honrosa excepción Adolfo Vergara Trujillo y su
columna “rock fiction”. Mucho espacio para que las bandas “indis” hablen de sus
discos y proyectos, pero el detalle es que lo que dicen esta simplemente
aburridísimo y plagado de lugares comunes. Supongo que también algo tendrá que
ver el entrevistador.
La Rolling Stone, salvo sus
números especiales sobre bandas clásicas (que tampoco se salvan de artículos
mal traducidos y textos plagados de horrores ortográficos), nada tiene de
interesante; lo suyo es la música
popular para masas, agringada y superflua.
De Marvin y R&R, no puedo hablar ya que no llegan a
mi pichurriento rancho; aunque tengo algunos ejemplares de la R&R adquiridos en Monterrey y siempre me gusto su
desparpajo y su hechura casi de fanzine.
Es cierto que escarbar en el
internet y encontrar “joyitas” tiene su
encanto; pero también tiene encanto (no sé si mas) ir al puesto de
revistas ansioso por leer un nuevo cuento
de Eusebio Ruvalcaba, descubrir en una reseña un disco al que jamás te le
hubieras acercado por iniciativa propia,
carcajearte con las historias bizarras
de un Armando Vega-Gil (que no se si
regreso con esta nueva Mosca),
zambullirte en las mariguanadas del Hamlet Ultrapeluche o coincidir con Jairo
Calixto Albarrán en su apreciación de videos musicales.
El único “pero”, desde mi
humilde perspectiva, es la ausencia de antiguos colaboradores –anunciada por el
propio Hugo García Michel- por motivos de índole personal. Yo sin duda echare
bastante de menos a Rogelio Garza, quien con su columna “Zigzagueando” representaba
a la perfección el espíritu libre y contracultural de la Mosca. Pero ni hablar.
Aun así, celebro el regreso
impreso de La Mosca. Ojala que sea para quedarse.
La
foto la tome prestada del twitter del Maestro Rogelio Garza, que noto los
ojitos disparejos del buen Bowie.
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