Fueron cinco años. Cinco
largos años en los que el periodismo nacional
de rock en medios impresos fue
prácticamente nulo. Hoy, nunca antes un zumbido de mosca me resulto tan placentero y esperanzador.
La Mosca, ya sin el “la” ni
“en la pared”, regresa y con ella, espero (ya que aún no me he hecho de un ejemplar del primer número), regresa la crítica,
la acidez, el humor y sobre todo el análisis del rock nacional y extranjero,
sin tapujos, sin condicionamientos.
Quienes crecimos leyendo La
Mosca en la Pared, nos acostumbramos a un periodismo rockero y cultural -si es
que cabe la almidonada palabrita- inteligente, que cuestiona, que nutre; nos
acostumbramos a la crítica mordaz y al descubrimiento de bandas, sonidos,
ideas, escenas y movimientos.
Pasaba algo curioso cuando se
leía a la antigua Mosca: Podías estar o
no de acuerdo, con la idea o visión del
crítico, cronista o ensayista que estabas leyendo, pero de igual forma despertaba en ti una actitud crítica, veías las distintas
aristas del grupo o música en cuestión y formabas tu propio criterio.
Si bien los tiempos han
cambiado, y lejos han quedado aquellos años de internet incipiente, creo que
el hueco en el periodismo rockeril está
más árido que nunca. Aun y cuando en estos
días abundan los blogs,canales de youtube, facebooks, soundclouds, bandcamps y
demás herramientas de difusión de
información y de música, es difícil
encontrar portales o páginas que catalicen corrientes diversas y lo más
importante: Que lo hagan de manera correcta (artículos bien escritos, con
estilo y ortografía aceptables, por decir lo menos). Además, nunca será lo
mismo leer una “revista” digital, a
tener una en las manos, con su clásico olor a papel nuevo. Que me perdonen los
ecologistas.
Para que hablar de las
revistas que se quedaron durante este tiempo:
WARP, enfocada al “indie”
contemporáneo, con un diseño impecable pero
totalmente hueca en cuestión de
textos y entrevistas, con la honrosa excepción Adolfo Vergara Trujillo y su
columna “rock fiction”. Mucho espacio para que las bandas “indis” hablen de sus
discos y proyectos, pero el detalle es que lo que dicen esta simplemente
aburridísimo y plagado de lugares comunes. Supongo que también algo tendrá que
ver el entrevistador.
La Rolling Stone, salvo sus
números especiales sobre bandas clásicas (que tampoco se salvan de artículos
mal traducidos y textos plagados de horrores ortográficos), nada tiene de
interesante; lo suyo es la música
popular para masas, agringada y superflua.
De Marvin y R&R, no puedo hablar ya que no llegan a
mi pichurriento rancho; aunque tengo algunos ejemplares de la R&R adquiridos en Monterrey y siempre me gusto su
desparpajo y su hechura casi de fanzine.
Es cierto que escarbar en el
internet y encontrar “joyitas” tiene su
encanto; pero también tiene encanto (no sé si mas) ir al puesto de
revistas ansioso por leer un nuevo cuento
de Eusebio Ruvalcaba, descubrir en una reseña un disco al que jamás te le
hubieras acercado por iniciativa propia,
carcajearte con las historias bizarras
de un Armando Vega-Gil (que no se si
regreso con esta nueva Mosca),
zambullirte en las mariguanadas del Hamlet Ultrapeluche o coincidir con Jairo
Calixto Albarrán en su apreciación de videos musicales.
El único “pero”, desde mi
humilde perspectiva, es la ausencia de antiguos colaboradores –anunciada por el
propio Hugo García Michel- por motivos de índole personal. Yo sin duda echare
bastante de menos a Rogelio Garza, quien con su columna “Zigzagueando” representaba
a la perfección el espíritu libre y contracultural de la Mosca. Pero ni hablar.
Aun así, celebro el regreso
impreso de La Mosca. Ojala que sea para quedarse.
La
foto la tome prestada del twitter del Maestro Rogelio Garza, que noto los
ojitos disparejos del buen Bowie.
1 comentario:
Acabo de encontrar esta nota. Un saludo, master. Ya salió el libro Zig-Zag, Lecturas para fumar. Lo encuentras en librerías Gandhi, Sótano, Casa del Libro, Lugar de la Mancha, Sanborns, Liverpool y Educal. O date un rol por:
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