martes, 23 de julio de 2013

Alvy, Nacho y Rubin y su atinada versión de Los Campos Magnéticos




¿Cómo tomar algo ya de por si perfectamente estructurado y convertirlo en algo nuevo, hermoso y con identidad propia? Pocos tienen la respuesta, pero eso es precisamente lo que hacen Los Campos Magnéticos,  agrupación argentina que nos hace repensar en el sentido de las palabras “tributo” y “cover”.
Nacho Rodríguez, Alvy Singer y Sebastián Rubin tenían ya sus propias bandas, pero  fue el gusto y la admiración por  The Magnetic  Fields –Banda neoyorkina de culto entre los círculos indies- lo que los hizo coincidir para darle forma a una agrupación cuya intención era rendir algún tipo de tributo y al mismo tiempo difundir la música de los mencionados Magnetics Fields, pero la cosa fue más allá, mucho más allá; tan es así, que existen ya dos álbumes que guardan registro de este experimento sonoro.
Y es que lo que hacen Alvy, Nacho y Rubin no es una burda traducción, tampoco  un giro de tuerca a las composiciones exquisitas de Stephin Merrit (líder, compositor y cantante de The Magnetic Fields); Los Campos Magnéticos logran lo más difícil: Hacen suyos estos temas, los adoptan y moldean para darles  un nuevo aire de pertenencia castellana, arropados con una instrumentación sobria y sencilla en apariencia y que, precisamente por eso, roza lo sublime.
Al interpretar, lo que realmente logran es una reinvención de los temas originales, y al mismo tiempo reafirman el sentido universal (¿pop?) de las canciones de amor.
Es por eso que escuchar a estos Campos Magnéticos es una experiencia gozosa, de sabor agridulce y con un dejo nostálgico; uno termina perdiéndose en los vericuetos de la memoria, acordándose de los amigos de la preparatoria o de aquella chica que nos rompió el corazón, como si estas canciones hubieran estado desde siempre en esos momentos, resonándonos en la cabeza.
Muy lejos del tributo y a años luz del cover, Alvy, Nacho y Rubin crean y recrean (basta ver los videos de sus directos en youtube para darse cuenta que se divierten como niños) una atmosfera  bohemia, llena de armonías elegantes y melodías que parecerían brincar sobre charcos de lluvia en tardes nubladas.
Porque a las canciones hay que quererlas, y se nota que estos muchachos se enamoraron locamente de estos temas, empeñando el alma al tocarlas; creo que es por eso que suenan tan directas, tan descaradamente honestas y frescas. Igualmente destacable es la colaboración en varios temas de la cantante Eugenia Brusa, cuya voz pasa de una atenuada melancolía (escúchese la  simplemente hermosa “Volve de San Francisco”) a una tonada  juguetona.


 
¿Y entonces qué hacer? Rendirse y aceptar estas canciones como los himnos que son, dándoles un lugar privilegiado en el soundtrack de nuestra vida.
Pero como en la música todo es subjetivo, habrá detractores de estos  reinventores argentinos; por lo general  acérrimos listillos “indis” que juraran que esta música es una afrenta contra la creatividad del Señor Merrit y demás , pero, como digo, todo es cuestión de puntos de vista.
Para mí, Los Campos Magnéticos son una banda magnifica, como pocas.
Lograron sintetizar en un puñado de canciones la belleza y la grandeza  de las composiciones de The Magnetic Fields, dándole un poco de luminosidad al genio un tanto oscuro  y cavernoso de Stephin Merrit; al mismo tiempo, me acercaron a una banda a la que probablemente hubiera pasado por alto, pero  lo más importante: Crearon un disco clásico (el deliciosamente breve “Alvy, Nacho y Rubin interpretan a los Campos magnéticos Vol. 1”) , de esos que se oyen de principio a fin sin que el hartazgo asome las narices; con canciones que ya eran imperecederas, pero que al coserles lengua de castilla, toman otra proporción, más cercana y  personal.


Ojala y Los Campos Magnéticos hicieran una gira por México… ¡ah, sueños guajiros!
En estos tiempos de sonidos huecos, de bandas de carcasa y sin pizca de alma, de refritos y  colaboraciones oportunistas, toparse con una agrupación como estos Campos Magnéticos es simplemente una bocanada de aire fresco.
Si no me crees, lánzate a su Bandcamp, destapa una cerveza, dale play  y hazte fan.

2 comentarios:

Salvador Pontigo dijo...

Chido carlos, me gustan mucho tus entradas la verdad que eres todo un filosofo bohemio ajay, nos gustaría verte de nuevo en "aczion" en Monclova, saludines ;)

Anónimo dijo...

Que tal Salvador,
Un gusto que te latan estos debrayes y pues eso es lo shidito del internet: Compartir.
saludos!