Lo vi venir, primero sin una dirección clara,
pero al reconocerme sus pasos se dirigieron
directo a mi persona. Intento una sonrisa y vi en sus ojos el familiar brillo apagado, vidrioso, de los
ebrios.
Gordo, aunque no tanto como yo, despeinado y con una mochila -que apostaría- estaba llena de envases de
caguamas vacios, extendió su mano y lo salude.
-¿Qué onda Javier? ¿Como estas Javier? ¿Bien?
eh Javier, ¿eres ingeniero verdad? ¿Verdad que si? Nombre, es que ando mal Javier,
ando mal… ¿Te acuerdas cuando jugábamos al fut? Nombre, ando mal vato... ando apurado… ¿No tendrás unos cincuenta pesos que me prestes?
Decidí responder solo a su última pregunta y le dije que no traía
ni un cinco. Era verdad. Ni un maldito peso.
-Nombre Javier, échame la mano, es que debo
una lana…y todo por hacerles una chamba a unos viejones…échame la mano
carnal…
Pensé en sacar mi cartera y que el mismo
viera los pliegues rotos, las fotos desgastadas y descoloridas y lo parco de mi
jodida economía actual pero en lugar de eso,
una risita de sabelotodo se me dibujo casi involuntariamente en el
rostro y le dirigí una mirada reprobatoria, de las que suelen dar los maestros
cuando pescan a un estudiante copiando.
Bajó la vista solo por un instante y después, como alguien que se repone de un chingazo
me dijo mas sereno:
-Nombre, es puro pedo Javier…nomas necesito
un trago. Es que yo soy un alcohólico, ¿si sabias? Yo soy el nuevo Menchaca del
barrio. ¿Te acuerdas de Menchaquita? Como ves carnal, ¿si tendrás los cincuenta
pesos?
Después de obligarlo a confesar su flagrante
mentira, me sentí como un pinche judicial, un inquisidor; Lo conozco de años,
se de su problema con el alcohol, pero tenía que llegar mas lejos; así que a
falta de dinero me sentí con la obligación de recetarle un sermón de lo más
chafa que incluía cosas tan aberrantes como
:”animo, siempre se puede salir adelante” o “ haz el intento de enderezar el
camino” o “ “ créeme, si le bajas a la tomada, hasta te vas a sentir mejor…”
Eso le dije.
“Nombre, yas´ta vato, ahí disculpa…”, respondió
sin enojo pero claramente decepcionado y continuo con su andar pesado hasta dar vuelta en la esquina.
Me quede parado, viéndolo alejarse.
Eso le dije.
Eso le dije.
Cuando lo que realmente debí de haberle dicho
es que conozco perfectamente esa sensación de querer un trago mas. Debí de
haber ido a sacar dinero del cajero e invitarle algunos tragos en el primer bar
que nos topáramos.
Pero no lo hice.
Un borracho sermoneando a otro.
Hazme el favor.
1 comentario:
eso si que fue una encrucijada mi Charly, o lo invito o lo aconsejo? pero, pos uno quien es para juzgar a un borracho dos rayitas mas que uno?
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