lunes, 15 de abril de 2013

Un borracho sermoneando a otro


Lo vi venir, primero sin una dirección clara, pero al reconocerme  sus pasos se dirigieron directo a mi persona. Intento una sonrisa y vi en sus ojos  el familiar brillo apagado, vidrioso, de los ebrios.
Gordo, aunque no tanto como yo,  despeinado y con una mochila  -que apostaría- estaba llena de envases de caguamas vacios, extendió su mano y lo salude.
-¿Qué onda Javier? ¿Como estas Javier? ¿Bien? eh Javier, ¿eres ingeniero verdad? ¿Verdad que si? Nombre, es que ando mal Javier, ando mal… ¿Te acuerdas cuando jugábamos al fut? Nombre, ando mal  vato... ando apurado… ¿No tendrás  unos cincuenta pesos que me prestes?
Decidí responder solo  a su última pregunta y le dije que no traía ni un cinco. Era verdad. Ni un maldito peso.
-Nombre Javier, échame la mano, es que debo una lana…y todo por hacerles una chamba a unos viejones…échame la mano carnal…
Pensé en sacar mi cartera y que el mismo viera los pliegues rotos, las fotos desgastadas y descoloridas y lo parco de mi jodida economía actual pero en lugar de eso,  una risita de sabelotodo se me dibujo casi involuntariamente en el rostro y le dirigí una mirada reprobatoria, de las que suelen dar los maestros cuando pescan a un  estudiante copiando.
Bajó la vista solo por un instante  y después, como alguien que se repone de un chingazo me dijo mas sereno:
-Nombre, es puro pedo Javier…nomas necesito un trago. Es que yo soy un alcohólico, ¿si sabias? Yo soy el nuevo Menchaca del barrio. ¿Te acuerdas de Menchaquita? Como ves carnal, ¿si tendrás los cincuenta pesos?
Después de obligarlo a confesar su flagrante mentira, me sentí como un pinche judicial, un inquisidor; Lo conozco de años, se de su problema con el alcohol, pero tenía que llegar mas lejos; así que a falta de dinero me sentí con la obligación de recetarle un sermón de lo más chafa que incluía cosas  tan aberrantes como :”animo, siempre se puede salir adelante” o “ haz el intento de enderezar el camino” o “ “ créeme, si le bajas a la tomada, hasta te vas a sentir  mejor…”
Eso le dije.
“Nombre, yas´ta vato, ahí disculpa…”, respondió sin enojo pero claramente decepcionado y continuo con su  andar pesado hasta dar vuelta en la esquina.
Me quede parado, viéndolo alejarse.

Eso le dije.

Eso le dije.
Cuando lo que realmente debí de haberle dicho es que conozco perfectamente esa sensación de querer un trago mas. Debí de haber  ido a sacar dinero del cajero  e invitarle algunos tragos en el primer bar que nos topáramos.

Pero no lo hice.
Un borracho sermoneando a otro.
Hazme el favor.


1 comentario:

Unknown dijo...

eso si que fue una encrucijada mi Charly, o lo invito o lo aconsejo? pero, pos uno quien es para juzgar a un borracho dos rayitas mas que uno?