En ocasiones, la vida
suele ser una perra y hay quienes
salimos de un fracaso solo para entrar a otro, chocando irremediablemente
contra la misma pared una y otra vez. Por necedad, por ceguera o incompetencia,
al final uno termina con la frustración incrustada y el sentimiento de derrota invadiendo el
corazón. Y cuando son las circunstancias de la vida las que nos meten las
constantes zancadillas, los zapes soplamocos y las ingratas puñaladas, entonces
la rabia contenida y el desconcierto se cuajan como manteca en un plato de
menudo que lleva días en el refrigerador y comienzan a mutar en una melancolía
que invade poco a poco el alma.
La música de Jackpot me
transmite esa mencionada desazón, pero de una manera deliciosa; como un buen
vaso de whisky que se disfruta en soledad. Y tal vez el que dicha música logre
capturar tan perfectamente ese despecho y desencanto, tiene algo que ver con el
hecho de que la banda ha
tenido que enfrentarse al desinterés o desconocimiento de un público masivo,
aun cuando su música me parece simplemente
excepcional.
Con canciones que van del Alt
Country y la Americana al Folk y al Rock Alternativo con tintes de pop, Jackpot
logra crear un sonido de acordes armoniosos que poco a poco se van salpicando
de nostalgia pero que también pueden
moverse a terrenos más rítmicos.
El artífice detrás de esta agrupación
californiana alejada de los reflectores es Rusty Miller; un tipo alto y de
barba descuidada que lleva el rol de vocalista, guitarrista y compositor. Fue a
finales de los 90´s cuando, después de
pertenecer por un breve tiempo a las filas de Cake (Si, los mismos que
hicieron una divertida versión de “I´ll
survive” de Gloria Gaynor), Miller decide formar Jackpot con el apoyo del
bajista Sheldon Conney, Mike Currey en la batería y el tecladista Lee Bob Watson. Así graban su primer disco Boneville (1999), un álbum que a pesar
de grabarse de manera casera y contener yerros experimentales como “Cabin Fever”
y canciones insustanciales como “Dacing All Night”, ya da
muestras de la gran sensibilidad de
Miller al momento de crear canciones tristes. Temas como “Space Out”, la mohína y bellamente catártica “Staring At The Ceiling”, “Quicksand” o “Gum In The Asthray” son odas al
desencanto, música para solitarios.
En el 2000 presentan su
segunda grabación titulada Weightless, que
muestra un gran progreso
tanto en calidad de sonido, como en la instrumentación y en la
composición de las canciones. Desde la
abridora “La La Land”, pasando por el ambiente rural de “Cartwheels” la
relajada y ensoñadora “She´s so cool”, el beat entusiasta de “In
A Trance”, hasta cerrar con la sombría “Queen Bewildered”; este álbum se deja escuchar
de principio a fin y deja con ganas de descubrir que más tiene Jackpot bajo el brazo. Mención
aparte merecen los temas “Piano” y “Weightless”, ambos verdaderas joyas; la
primera, un corte perfecto de Country Alternativo y la segunda una hermosa balada suave cuyo
final me remite a “The Wind Cries Mary” de Hendrix.
Y aun así, Jackpot no recibió
el reconocimiento que se hubiera esperado. Es verdad que en ese entonces el
“Happy Punk” y el “Nu Metal” se encontraban en plena efervescencia, pero
incluso hoy, y aun en los terrenos del
Country Rock Alternativo, esta belleza de disco sigue siendo ignorado. Cosas de
la vida.
Dos años después presentan su
tercer material: Shinny Things, un
disco que trata de poner distancia con el
Alt Country y se acerca más al rock pop,
un poco en la línea de los ya mencionados Cake. Si bien los doce temas
son bastante decentes, se echa un poco de menos la angustia y melancolía que
permeaba en el disco anterior. Aun así, un aire derrotista brota en el tema “When
You Leave” que instantaneamente me remite a Townes Van Zandt. Por otro
lado “Sideways”, “Far Far Far”,“Psycho
Ballerina” y la hermosísima “Pennies” (la canción con la que los descubrí) bien
pudieron haber tenido éxito en las estaciones de radio de USA, pero al
final y de nueva cuenta, Jackpot no consiguió un reconocimiento masivo.
El
cuarto disco de Jackpot titulado F+ vería
la luz en 2004.Con
una producción impecable y ya afianzados
en un Country rock pop alternativo -que en ocasiones podría
recordarnos el sonido de Marcy Playground-, las composiciones de Miller
muestran una mayor madurez; también
existe una fluidez entre los temas que
hacen de la escucha de este disco una experiencia bastante agradable. De
principio a fin cada canción es una pieza sin fisuras ni titubeos,
perfectamente ejecutada; el bluegrass amalgamado de excelente manera con rock
en “Headlights”, la Rolling Stoniana “Euphoria”, el toque de
jazz en “When We Get Togheter” son ejemplos del crecimiento de Jackpot como
banda, y de nueva cuenta Miller vuelve a abordar los pasajes lánguidos y sombríos en temas como “Dizzy”, la acústica “Airplanes and Secrets”, la tranquila y
pausada “Long Gone”, y la eléctricamente angustiosa “If We Could Go
Backwards”. Y al igual que en Weightless hay
dos temas en F+ que captaron mi
atención de manera inmediata: se trata de “Windshield Whipers” una bellísima y
emotiva canción que simplemente roza la perfección pop; y la exquisitamente
depresiva “Charlie Watts Is God” repitiendo
al final de la canción precisamente el título de la canción,
desesperadamente, casi como un mantra, para terminar diciendo “Amén”.
Y de nueva cuenta, Jackpot no
fue percibido de manera masiva.
En el 2007, la banda lanza un último disco titulado Moonbreath. Con un enfoque en las guitarras y las melodías calmas, y bajo
una clara influencia del sonido de Grandaddy,
un desencanto evidente se asoma en la voz pausada -en ocasiones sombría- de
Miller a través de los 22 cortes que conforman el álbum. Una densa quietud permea
en todas las canciones y es claro que
Jackpot ha identificado sus puntos fuertes y los potencializa en un estilo
que ya resulta inconfundible. Muestra de esto son “Magnified”, la nostálgica y melancólica “Afternoon”, “Mojito Blues”, la bonita
balada oldie “Write me back”, la atmosférica “Seedless Grapes”, el country rock ejecutado con alma y maestría en “Fine Mood” e “Invisible Train” y el blues rocanrolero de “I´m Alone”. Y aunque también
se permiten lanzar guiños al punk en “Juggling Boulders”, un tema que abreva tanto
de Ramones como de The Stooges, e incluso acercarse al garaje rock en “Natural Fact”, el disco en conjunto deja entrever que el estado anímico de la banda no
era el mejor; lo cual no perjudica en lo
absoluto su sonido (¿Tal vez lo define aún
más?), pero si debió haber influido en el hecho de que, hasta la fecha, no han
vuelto a grabar nada más.
Si hubiera justicia en esta
vida, el material de Jackpot seria valorado y atesorado al menos por la audiencia familiarizada con este tipo de
música; en cambio, permanece confinado en un olvido gris; sus canciones en
Youtube tienen una cantidad de vistas mínima y muy raramente son mencionados
por críticos o seguidores.
Quien guste de grupos como My Blody Valentine, Mazzy Star,Calexico, Cake, Wilco, Uncle Tupelo o Granddady (con cuyo líder,
Jason Lyte, Rusty Miller incluso colaboró en el 2012), debería darse la
oportunidad de conocer el trabajo de Miller y Cía.
Actualmente Jackpot se
encuentra en una pausa indefinida, lo cual es una lástima. La suerte y el destino
le han dado la espalda a esta banda. Como lo dije, la vida en ocasiones es una
perra.
Solo espero que Rusty Miller no se deje vencer y regrese con un puñado de canciones para gente solitaria y entonces me sentaré a escucharlo, vaso de whisky en mano.
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