miércoles, 29 de noviembre de 2017

Jackpot: Una banda injustamente desconocida

En ocasiones, la vida suele  ser una perra y hay quienes salimos de un fracaso solo para entrar a otro, chocando irremediablemente contra la misma pared una y otra vez. Por necedad, por ceguera o incompetencia, al final uno termina con la frustración incrustada  y el sentimiento de derrota invadiendo el corazón. Y cuando son las circunstancias de la vida las que nos meten las constantes zancadillas, los zapes soplamocos y las ingratas puñaladas, entonces la rabia contenida y el desconcierto se cuajan como manteca en un plato de menudo que lleva días en el refrigerador y comienzan a mutar en una melancolía que invade poco a poco el alma.
La música de Jackpot me transmite esa mencionada desazón, pero de una manera deliciosa; como un buen vaso de whisky que se disfruta en soledad. Y tal vez el que dicha música logre capturar tan perfectamente ese despecho y desencanto, tiene algo que ver con el hecho de  que la banda ha tenido que enfrentarse al desinterés o desconocimiento de un público masivo, aun cuando su música  me parece simplemente excepcional.
Con canciones que van del Alt Country y la Americana al Folk y al Rock Alternativo con tintes de pop, Jackpot logra crear un sonido de acordes armoniosos que poco a poco se van salpicando de nostalgia pero que también pueden  moverse a terrenos más rítmicos.
El artífice detrás de esta agrupación californiana alejada de los reflectores es Rusty Miller; un tipo alto y de barba descuidada que lleva el rol de vocalista, guitarrista y compositor. Fue a finales de los 90´s cuando, después de  pertenecer por un breve tiempo a las filas de Cake (Si, los mismos que hicieron  una divertida versión de “I´ll survive” de Gloria Gaynor), Miller decide formar Jackpot con el apoyo del bajista Sheldon Conney, Mike Currey en la batería y el tecladista  Lee Bob Watson. Así graban su primer disco Boneville (1999), un álbum que a pesar de grabarse de manera casera y contener yerros experimentales como “Cabin Fever” y canciones insustanciales como “Dacing All Night”,  ya  da muestras de la gran  sensibilidad de Miller al momento de crear canciones tristes. Temas como “Space Out”, la mohína y bellamente catártica “Staring At The Ceiling”, “Quicksand” o “Gum In The Asthray” son odas al desencanto, música para solitarios.
En el 2000 presentan su segunda grabación titulada Weightless, que muestra  un  gran progreso  tanto en calidad de sonido, como en la instrumentación y en la composición de las canciones. Desde  la abridora “La La Land”, pasando por el ambiente rural de “Cartwheels” la relajada y ensoñadora “She´s so cool”, el beat entusiasta  de  “In A Trance”, hasta cerrar con la sombría “Queen Bewildered”; este álbum se deja escuchar de principio a fin y deja con ganas de descubrir  que más tiene Jackpot bajo el brazo. Mención aparte merecen los temas “Piano” y “Weightless”, ambos verdaderas joyas; la primera, un corte perfecto de Country Alternativo  y la segunda una hermosa balada suave cuyo final me remite a  “The  Wind Cries Mary” de Hendrix.
Y aun así, Jackpot no recibió el reconocimiento que se hubiera esperado. Es verdad que en ese entonces el “Happy Punk” y el “Nu Metal” se encontraban en plena efervescencia, pero incluso hoy, y  aun en los terrenos del Country Rock Alternativo, esta belleza de disco sigue siendo ignorado. Cosas de la vida.
Dos años después presentan su tercer material: Shinny Things, un disco que  trata de poner distancia con el Alt Country y se acerca más al rock pop,  un poco en la línea de los ya mencionados Cake. Si bien los doce temas son bastante decentes, se echa un poco de menos la angustia y melancolía que permeaba en el disco anterior. Aun así, un aire derrotista brota en el tema “When You Leave” que instantaneamente me remite a Townes Van Zandt. Por otro lado  “Sideways”, “Far Far Far”,“Psycho Ballerina” y la hermosísima “Pennies” (la canción con la que los descubrí) bien pudieron haber tenido  éxito  en las estaciones de radio de USA, pero al final y de nueva cuenta, Jackpot no consiguió un reconocimiento masivo.
El cuarto disco de Jackpot titulado F+ vería la luz en 2004.Con una producción impecable  y ya afianzados en un  Country rock  pop alternativo -que en ocasiones podría recordarnos el sonido de Marcy Playground-, las composiciones de Miller muestran una mayor  madurez; también existe una  fluidez entre los temas que hacen de la escucha de este disco una experiencia bastante agradable. De principio a fin cada canción es una pieza sin fisuras ni titubeos, perfectamente ejecutada; el bluegrass amalgamado de excelente manera con rock en  “Headlights”,  la Rolling Stoniana “Euphoria”, el toque de jazz en “When We Get Togheter” son ejemplos del crecimiento de Jackpot como banda, y de nueva cuenta Miller vuelve a abordar los pasajes  lánguidos y sombríos  en temas como “Dizzy”, la acústica  “Airplanes and Secrets”, la tranquila y pausada  “Long Gone”, y  la eléctricamente angustiosa “If We Could Go Backwards”. Y al igual que en Weightless hay dos temas en F+ que captaron mi atención de manera inmediata: se trata de “Windshield Whipers” una bellísima y emotiva canción que simplemente roza la perfección pop; y la exquisitamente depresiva “Charlie Watts Is God” repitiendo  al final de la canción precisamente el título de la canción, desesperadamente, casi como un mantra, para terminar diciendo “Amén”. 
Y de nueva cuenta, Jackpot no fue percibido de manera masiva.
En el 2007, la banda  lanza un último disco titulado Moonbreath. Con un enfoque en las guitarras y las melodías calmas, y bajo una clara influencia del sonido de  Grandaddy, un desencanto evidente se asoma en la voz pausada -en ocasiones sombría- de Miller a través de los 22 cortes que conforman el álbum. Una densa quietud permea en todas las canciones y es claro que  Jackpot ha identificado sus puntos fuertes y los potencializa en un estilo que ya resulta inconfundible. Muestra de esto son “Magnified”,  la nostálgica y melancólica “Afternoon”, “Mojito Blues”, la bonita balada oldie “Write me back”, la atmosférica “Seedless Grapes”, el country rock ejecutado con alma y maestría en “Fine Mood” e “Invisible Train” y el blues rocanrolero de “I´m Alone”. Y aunque también se permiten lanzar guiños al punk  en “Juggling Boulders”, un tema que abreva tanto de Ramones como de The Stooges, e incluso acercarse al garaje rock  en  “Natural Fact”, el disco en conjunto deja entrever que el estado anímico de la banda no era el mejor; lo cual  no perjudica en lo absoluto su  sonido (¿Tal vez lo define aún más?), pero si debió haber influido en el hecho de que, hasta la fecha, no han vuelto a grabar  nada más.

Si hubiera justicia en esta vida, el material de Jackpot seria valorado y atesorado al menos por  la audiencia familiarizada con este tipo de música; en cambio, permanece confinado en un olvido gris; sus canciones en Youtube tienen una cantidad de vistas mínima y muy raramente son mencionados por críticos o seguidores.
 Quien guste de grupos como  My Blody Valentine, Mazzy Star,Calexico, Cake, Wilco,  Uncle Tupelo o Granddady (con cuyo líder, Jason Lyte, Rusty Miller incluso colaboró en el 2012), debería darse la oportunidad de conocer el trabajo de Miller y Cía.
Actualmente Jackpot se encuentra en una pausa indefinida, lo cual es una lástima. La suerte y el destino le han dado la espalda a esta banda. Como lo dije, la vida en ocasiones es una perra.
Solo espero que Rusty Miller no se deje vencer y regrese  con un puñado de canciones para gente solitaria y entonces me sentaré a escucharlo, vaso de whisky en mano. 


















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