El mundo y todas sus cosas se esfuman. Se esfuman como si un viento
borrascoso los borrara sin dejar más que polvito de colores. Cierra los ojos y aparece al instante su
imagen: Cabello un poco largo y negro, con un fleco hermosamente desarreglado cubriendo un lado de su cara. Instantáneamente sonríe,
y se deja caer de espaldas en su cama, apretando contra su pecho la carátula de
un disco.
Repasa cada detalle de su rostro; sus ojos penetrantes, su figura espigada y los jeans
ajustados que lo hacen lucir tan guapo. Sin embargo, son sus labios los que la
hacen desatar su imaginación; sueña el
día en que pueda estar cerquita de él, no gritando y pataleando histérica como
las demás, sino recargada en su hombro, paseando por algún parque, tomando un
helado, sintiendo su aroma (que tantas veces ha imaginado) mientras su brazo
rodea su cintura. Ha imaginado ese beso en tantas situaciones y tan de
diferentes maneras, que casi puede jurar
que siente los labios humedecidos de su saliva.
Maldita la hora,
En que te vi a
los ojos
Te veo y yo creo
Que todo es un
sueño,
Uoooh uooooh no
Suspira y su mente viaja mucho
tiempo atrás, cuando tenia 13 años y en lugar de escuchar “rock”, se emocionaba
con Justin Beaver. No era rockera, y los One Direction eran su grupo favorito.
Hoy, después de tanto tiempo de vivir engañada, abrió los ojos; a sus 15 años
se dio cuenta que le gustaba el rock. Todo empezó con Paramount: Su forma de
vestir, sus cabellos teñidos de colores, “¡son tan atrevidos!”, pensó. Además
sus canciones, son tan sinceras que parece que describieran su vida.
Después su recién adquirido instinto
rockero, la llevo a descubrir en un
canal de videos, al grupo que le cambiaría la vida. Y ahí estaba él, en la
pantalla con su guitarra eléctrica que lo hacia ver como un valiente y guapo
guerrero del rock. Fue amor a primera vista; aun y cuando la música no le gustó
a la primera oída –demasiado ruido y el ritmo muy rápido, una música muy
pesada- a partir de ahí compro su único disco, memorizó todas sus canciones,
soñó con él, recortó todas sus fotografías que aparecían en las revistas “rockeras”
que comenzó a comprar y... juro conocerlo en persona.
Me encantan tus ojos
Que son como el cielo
Los veo y no creo que pueda tenerlos
Si estoy en el cielo
Y me voy al infierno
Todo por tu cuerpo maldito deseo
Uh ohh uohhh noooo
Que son como el cielo
Los veo y no creo que pueda tenerlos
Si estoy en el cielo
Y me voy al infierno
Todo por tu cuerpo maldito deseo
Uh ohh uohhh noooo
Abre los ojos. Su mamá esta tocando la
puerta de su cuarto diciéndole que Miriam, su amiga, ya esta esperándola afuera,
en el auto. Su corazón empieza a latir con mas fuerza; “¿le pareceré bonita?”. Se calza sus tenis
converse rosas. Revisa su figura bajita en el espejo; todo bien: cinturón de
estoperoles, guante negro en mano derecha, su mechón rojizo sobre su ojo
izquierdo, ojos delineados en negro y
playera negra con el nombre del grupo. Toma el disco y un plumón negro,
los guarda en su morralito de color morado y sale corriendo.
La fila es muy larga; Ella y Miriam
no pueden ocultar el nerviosismo y la emoción, al igual que alrededor de 600
niñas más. La mamá de Miriam se fue a
recorrer las demás tiendas del Mall, mientras ellas esperan su turno. Todo el
griterío, la música y el ruido se desvanecen cuando entre la multitud logra distinguirlo: ¡Es Él!
¡Es Él!. Esta sentado, firmando discos y playeras, mientras un enjambre de
niñas lo jalonean y tratan de abrazarlo. Los guardias de seguridad comienzan a
poner orden, y después de varios empujones, la fila se restablece.
Cuando por fin esta frente a la mesa
donde el grupo da sus autógrafos, no puede evitarlo y se une al escandaloso
coro de niñas gritando, saltando, desbordando toda su euforia.
El gusto le dura poco. La decepción
le llena el rostro cuando un guardia la hace ponerse frente al bajista, un
muchacho que pareciera recién salido de secundaria, con un rojiza y ensortijada
cabellera, que casi sin levantar la vista, apurado, le pide su nombre mientras
garabatea algo en un papel y después se lo entrega sonriente, pero ella ni lo
ve; está siguiendo cada movimiento de su
amado, quien con unos lentes oscuros y el gesto adusto luce aún más encantador…
¡y está a menos de un metro de ella!
“Compórtate. Eres una señorita…”, le
repetía una voz dentro de su cabeza que
sonaba muy parecida a la de su madre. Unas muchachitas comenzaron a gritar para
que se moviera y un guardia, desesperado por tanta gritería, le repetía: “aváncele, aváncele...”
Su corazón late tan fuerte y la angustia casi le impide respirar… y entonces hace lo único que podía hacer en esa situación:
Da un giro sorpresivo de 180 grados, brinca sobre la mesa y como un depredador
sobre su presa, en menos de un segundo estaba abalanzándose sobre un sorprendido rockstarcillo que del
impulso fue a caer de espaldas al suelo con todo y silla.
Totalmente fuera de sí y prendida al
cuerpo del adolescente como sanguijuela, besaba su rostro y envuelta en
completo paroxismo, no dejaba de gritar “¡TE AMO, TE AMOOOO!”
Entre dos guardias la
levantaron y su cuerpo quedo lacio,
sujetada por los antebrazos, mientras que con los ojos desorbitados y una mueca de éxtasis que a ratos mutaba a una sonrisa casi esquizofrénica, observaba, a lo
lejos, a su amado incorporarse del suelo.
En su cabeza resonaba la lírica poética,
compleja y desbordante de belleza, que
la lleva a volar por las cúspides del amor adolescente:
dime otra vez, que me quieres y
que no te iras...
Dime otra vez,
que eres mía y
de nadie más...
El rockero-emo se pone en pie;
inmediatamente se desarregla cuidadosamente su flequillo para que le cubra un
ojito. Ve sus lentes Ray-Ban quebrados y no puede evitar una mueca de
rabia y desprecio, pero al instante y
con la mirada del manager clavada en su
sien, se recompone; sonríe y levanta las manos haciendo el símbolo de los
cuernitos. La gritería no se hace esperar.
De mala gana, toma su lugar para seguir dando autógrafos, y el
baterista –al que por cierto solo dos niñas se le habían acercado-, le dice con tono burlón:
-¡Ándele cabrón, quien lo trae
haciendo rock para morritas! ¡Jiu, jiu jiu!
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